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V de Vendetta, James McTeigue (2006)

El estreno de V de Vendetta supone la adaptación a la gran pantalla de la novela gráfica homónima de Alan Moore, una de las más brillantes de los años ochenta. Escrita y producida por los hermanos Wachowski que dejan la dirección a James McTeigue después de sus éxitos en The Matrix, se presenta como el primer plato fuerte del año. Y es que estamos ante una de las producciones más arriesgadas del Hollywood de los últimos tiempos.

Moore ha criticado con contundencia esta versión calificándola como ‘basura’ y ‘estupidez’. Esto, de entrada, ya debería plantear cierto posicionamiento. Los aficionados a la obra de Moore se pueden sentir traicionados por esta adaptación. Pero para quien no conozca la novela gráfica V de Vendetta, disfrutará con la película e incluso puede que llegue a reflexionar sobre su revolucionario (aunque dulcificado) mensaje.

Construido como thriller futurista con contenido político, el film plantea que puede suceder si se suprime la libertad individual y se instaura la dictadura.

Las consecuencias serán fatales. Y la única solución será derrocar al Estado totalitario, volando por los aires sus símbolos y acabando con sus líderes. Esta tarea será la que emprenderá el personaje central del film, V, que viene a ser una síntesis de héroes clásicos enmascarados como el Zorro y el Fantasma de la Ópera. Este posmoderno Conde de Montecristo refinado, teatral y nocturno, pretende restaurar la justicia para dar paso a un mundo nuevo disfrazado de Guy Fawkes, personaje legendario que pretendía volar el Parlamento británico con pólvora en el siglo XVII.

El contenido polémico la emparenta con El club de la lucha (David Fincher, 1999) que también utilizaba el lenguaje subversivo y la práctica del terrorismo como vías para derrotar al capitalismo. En ambas los símbolos institucionales saltan por los aires. La relación con novelas de ciencia ficción es evidente si pensamos en 1984 de George Orwell (poder dictatorial) y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury (prohibición de poseer lecturas prohibidas).

La película cuenta con un esmerado diseño de producción, una acertada puesta en escena y unas sólidas interpretaciones: Natalie Portman en el papel femenino, Evey, y Hugo Weaving tras la máscara de V, a quien no veremos el rostro en todo el metraje, acompañados por secundarios de lujo como Stephen Rea, John Hurt y Stephen Fry. Lo cierto es que la película tiene la capacidad para superar a otras superproducciones recientes basadas en cómics y superhéroes, no sólo por su brillante imaginería visual sino porque temas como terrorismo, censura y manipulación de la verdad son de plena actualidad. Y de paso reabrirá el debate sobre las adaptaciones de cómics como ya hiciera Sin City el verano pasado.

Terrorismo, anarquismo, fascismo, libertad, verdad… Son términos sometidos a las más variadas interpretaciones hoy en día. Lo que está claro es que los productores arriesgan para ganar y la controversia les favorece, pese a que, el que un ‘terrorista’ sea el campeón de la libertad esté mal visto en los tiempos que corren.

La polémica comenzaba ya antes del estreno en Inglaterra, retrasando la fecha prevista para el 5 de noviembre, fecha señalada en la película para el inicio de la revolución, debido a la proximidad con los sangrientos atentados del 7 de julio en Londres. Pero parece que la jugada les ha salido bien a los productores y ya se prepara la secuela en la que Evey viajará a los Estados Unidos.

La película pretende indagar en el problema del terrorismo, sobre sus causas y razones, acerca del porqué de cometer actos violentos, a la vez que reflexiona sobre el poder de los gobiernos y sus métodos de opresión. V de Vendetta muestra al igual que algún que otro film, las posibilidades del género fantástico para concienciarnos del mundo actual. Seguro que el público interpretará la película desde puntos de vista diversos, según sus ideologías y filosofías personales. Y esto se debe agradecer en el cine actual, plagado de sinsentidos e incoherencias.

[Rating:10/10]