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Agoraphobic Nosebleed ‘Arc’

¿Qué se puede decir de este pedazo de proyecto que lleva activo más de veinte años en la escena del Grindcore? Pues muchas cosas, y para quién no los conozca, todas ellas simbólicas y que ayudaran a entender lo que han hecho y lo que hacen en este EP, el primero de cuatro entregas previstas. Pero por abreviar, podríamos decir que este último trabajo se encaminaría hacia una mezcla perfecta de Sludge y Grindcore, aunque este último, más por el concepto de destrucción que por el de velocidad. Un buen precedente. Más todavía, si contamos con que Agoraphobic Nosebleed empezó siendo un proyecto de Cybergrind con baterías programadas y que hoy, estas siguen siendo digitales pero bajo una decadencia cercana a la del Doom. ¿Alguien puede imaginar su puesta en escena? ¿Qué otros datos se pueden necesitar si todavía no han conseguido llamar vuestra atención? Tal vez que su guitarra y fundador sea Scott Hull, integrante de Pig Destroyer, unos pesos pesados del Grind, o que formó el proyecto después de abandonar Anal Cunt, otra mitiquísima banda de Noisegrind, afincada también en Massachusetts. Como podéis ver, Agoraphobic Nosebleed han ido saltando de flor en flor, pero con una idea clara en su sonido, la experimentación, la violencia, el caos y el ruido, siempre por los derroteros del grind y lo industrial o lo cibernético. Y cuando ya lo tenían dominado, prueba de ello es su «Altered States Of America» de 2003, se retroinvolucionan para sacar esta actual y densa maravilla. En su conocido «Agorapocalypse» de 2009 ya empiezan a marcar los nuevos cimientos de hacia a donde les va a llevar su sonido, con riffs más sureños y lentos, pero es en este EP, donde dejan claro a donde les ha llevado tal experimentación. A crecer y ser capaces de hacer bien lo que les de la gana. Vayamos pues con «Arc«, una de las maravillas más interesantes que he devorado en los últimos meses, con un artwork por cierto impresionante, obra de la pintora Erica Lacombe y que llamará la atención de cualquiera que busque expresión y originalidad en una portada.

«Not a Daughter» entra dejando claro a que suena esto. Los puristas del Noise o el Grind se echaran las manos a la cabeza, pues esto suena a Stoner añejo, a Sludge, a Rot n’ Roll, a condado de Texas, pero también a la Bretaña de Tommy Iommi, a Eyehategod y a esa voz rasgada de Liam Cormier de los Cancer Bats, haciendo una combinación perfecta de gritos agudos entre riffs graves. Y antes de llevar tres minutos de canción, esto suena a años setenta. ¿Algún blast beat? No, ninguno.

La duda será si en el próximo pasaje también obviarán la velocidad del Grindcore a la que nos tenían acostumbrados usando la destrucción solo como concepto

El siguiente tema que llega es una pesadumbre de ocho minutos y medio, densa, de bits bajo cero, depresiva como cualquier gran obra del Doom que se precie, adornada con gritos y lamentos. «Deathbed» inicia al más puro estilo «Iron Man» de los Black Sabbath, pero se le suman agonía y desesperación impresa en una lapida durante los 5 primeros minutos, guturalidad de primera orden, para después llevarnos a un terreno algo más enérgico y optimista. Eso si, dura poco, en el minuto seis vuelve la oscuridad y de nuevo los ritmos decadentes, que auguran un triste final no sin antes darnos otro poquito de luz entre tinieblas.

«Gnaw«, tercera y última abarca casi los doce minutazos a un tempo lento, tal y como lo habían dejado en la canción anterior pero con un riff de entrada algo más cálido, con escalas y una esencia más Stoner. Pasajes intensos y desgarradoras voces van continuándose siguiendo una línea de bajo distorsionado, cadencia y golpes de caja rotundos. En el ecuador del corte, un típico acople y un bajo verdaderamente cerdo anticipan un Apocalípsis de crudeza, por supuesto sin aumentar la velocidad en ningún caso. Quedan tres minutos para terminar el mensaje y los blast beats siguen sin aparecer, ni aparecerán. Todo es negro, con dejes amarronados y grises, igualito que su espectacular portada, desvaneciéndose poco a poco pero dejando entrever que hay una siguiente entrega, no muy lejana. La duda será si en el próximo pasaje también obviarán la velocidad del Grindcore a la que nos tenían acostumbrados usando la destrucción solo como concepto, acompañada por supuesto y como muy bien han hecho, de pura muerte y decadencia.


Lo mejor

  • Se han saltado todas las barreras con las que se podían encontrar. Después de haber hecho todo lo que tenían que hacer dentro de estilos tan arriesgados como el Grindnoise o el Cybergrind, cambian de registro sin ningún miedo y se coronan con lo que mejor saben hacer, experimentar.

Lo peor

  • Posiblemente haya quien espere velocidad, caos, o simplemente fidelidad a lo que han hecho anteriormente. También habrá quien no acepte una deriva hacia el Doom o hacia el Sludge, son algunas de las pocas cosas negativas que le puedo encontrar respecto a la reacción de sus seguidores.

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