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Pain of Salvation ‘In the passing light of day’

Hacía años que les tenía perdida la pista a Daniel Gildenlöw y sus compinches. Mea culpa total, porque después de dos pepinos como los dos ‘Road Salt’ había que quererlos muy mucho. Pero se me fueron del radar. Desde entonces han mediado el lavado de cara de un par de discos, caras B, etc, y una grave enfermedad del propio Daniel que casi nos lo quita para siempre. Y es ese el punto de partida de este excepcional retorno, y la trama sobre la que pivotan sus diez cortes.

Solo con escuchar los primeros los primeros segundos de ‘On a Tuesday’ nos damos cuenta de que Pain of Salvation han vuelto a abrazar la distorsión, y por tanto, la versión más metalera de sí mismos. Esa que muchos echábamos un poquito en falta. Desde la primera escucha me impactó el sonido crudo y directo de la batería de Leo Margarit, que parece que está machacando la caja a escasos centímetros de tu cara. El comienzo de ‘Tongue of God’ promete un tranquilo paseo por senderos soleados, pero apenas tarda medio minuto en sumergirnos en un sinuoso camino, con riffs y voces siniestros, casi malignos, que nos muestran la cara más oscura de los nuevos PoS.

‘Meaningless’ fue el primer single de este trabajo, y creo que lleva rondando por mi cabeza desde la primera escucha. Especialmente ese efecto de voz que usa Ragnar, pero también con el desgarrado dúo vocal del estribillo. Un tema de una escucha muy exigente, tanto como el esfuerzo que desprende, musicalmente hablando. Por contra, ‘Silent gold’ es belleza, es paz, es una especie de dolorosa ternura, es un abrazo infinito, es un juego infantil en un campo de trigo bañado por el sol de la tarde… pura evocación. Piano, batería y voz. Y los pelos como escarpias.

Las pulsaciones y las sorpresas siguen subiendo con ‘Full Throttle Tribe’. Una auténtica lección de metal progresivo, metrónomo en mano, con unos brutales juegos de voz de un Gildenlöw cuyos recursos parecen infinitos, y con un estribillo luminoso, que estalla como si fueran fuegos artificiales para caer luego en una amalgama caótica que va bajando de intensidad hasta casi desaparecer, para volver a estallarte en los oídos de nuevo. ‘Reasons’ fue el segundo single, y es posiblemente el tema más agresivo del plástico. No por su ritmo contenido, pero sí porque sus guitarrazos y las voces se te meten hasta lo más profundo de la carne, como balas trazadoras de esas que usan los cacos en las películas policíacas.

Tic, tac, tic, tac… ‘Angels of broken wings’ no es el tema más molón del disco, pero funciona como un reloj, y es además el que contiene los solos de guitarra más destacables de un disco que no se distingue precisamente por ello. Tampoco ‘The taming of a beast’ será uno de los temas que más recuerde, pero me han gustado esos teclados de aire naïf y ese aire casi popero que precede al estribillo.

‘If this is the end’ parece invitarnos a un apacible viaje en barca, incluso con una original aparición del acordeón como acompañamiento marineril. Pero no está hecho este disco para ser lo que parece al comienzo, y en el metraje del tema encontraremos motivos más que suficientes para menear la cabeza con violencia.

Durante la primera mitad de los quince minutos que dura ‘The passing light of day’ disfrutaréis de la voz de Daniel acariciando suavemente vuestra alma con su voz en lo que suena a cálida despedida. Pero antes de que te des cuenta, la canción se adentra en el oscuro abismo de la locura para terminar desembocando de nuevo en un torrente tranquilo que culmina, con el último aliento acompañado de unos estupendos arreglos orquestales.

En definitiva, ‘The passing day…’ es el retorno discográfico que, como fan de Pain of Salvation podía desear. Metalero, oscuro, intenso, técnico, original, eléctrico, inspirado… Daniel Gildenlöw demuestra que es un artista que está muy por encima de la media, con una variedad de registros vocales tremenda y momentos en los que te traspasa. Me encanta la mezcla final del disco, cruda, auténtica y los permanente sube y baja emocionales, que son una constante en todo el disco, y que hacen que no pierdas la tensión ni un segundo. Empieza bien el año… pero que muy bien.


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