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Place Vendome ‘Close To The Sun’, no es descabellado utilizarlo como música de fondo o para echarse una siesta

Para quien no conozca Place Vendome (el grupo de música, no la plaza parisina): el combo practica un hard rock cercano al AOR, de cadencia pausada y predilección por la melodía, en la estela de, por dar una referencia, Mr. Big.

Para quien quiera saber quién lo integra: encontramos a Dirk Bruinenberg (único miembro no original; éste es el segundo álbum que graba para la formación) a las baquetas, a Gunther Werno en los teclados, a dos miembros de Pink Cream 69 encargándose de guitarra (Uwe Retenauer) y bajo (Dennis Ward, quien ejerce también de productor), y al grandísimo Michael Kiske, haciendo aún más grandísima su leyenda, a la voz principal.

Para aquel que al oír el nombre de Kiske siga (a pesar de la historia), pensando en Helloween o en Power Metal: vade retro, o te llevarás un gran chasco, especialmente si lo que te viene a la cabeza tiene que ver con los “Keepers” (1987 y 1988); con suerte, y estrujándote mucho el coco, encontrarás reminiscencias del “Chameleon” (1993).

Para quien (¿será posible?) no conozca al cantante: si este es el primer álbum en el que canta que tienes a bien escuchar… no, no te imagines a un veinteañero con una forma física envidiable. El alemán soplará cincuenta velas el año que viene y ha echado una caraza que recuerda a un pan de pueblo. Pero chic@, debe haber hecho un pacto con algún ente porque, como iremos viendo cuando repasamos el disco canción a canción, su voz no sólo se mantiene siempre en el rango de la excelencia, sino que, habiendo participado ya en más de una cuarentena de discos, se permite el lujo de seguir sorprendiéndonos e, incluso, experimentando.

Para los que piensen (como yo) que Michael es uno de los mejores cantantes de la historia: vale la pena hacer un ejercicio de apertura de miras; esto no es un proyecto en solitario del alemán. Esto es un grupo con cuatro LP’s ya a en su discografía, formado por músicos como la copa de un pino a los que hay que prestarles la oreja. De momento, yo presto la mía para desgranar, track tras track (perdón por la cacofonía), lo que nos depara “Close to the Sun” (Frontier Records).

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Para quien se aburra en esta parte de las reseñas: por primera vez en la historia del conjunto, cada una de las composiciones incluidas en el redondo ha sido creada íntegramente por un artista invitado. Y tenemos colaboraciones de lujo. Así que al loro:

La composición de la canción elegida para abrir el disco, homónima, corre a cargo del guitarrista Simone Mularoni, y se nota el origen italiano del mismo, especialmente en el uso de los teclados y la presencia del bajo, muy en la línea de Labyrinth. Estamos ante un tema que, a pesar de ser de los más movidos del plástico, invita más a menear las caderas a su son que a levantar el puño en señal de orgullo metalero. Esa será la tónica general. Gran solo de guitarra. Buen inicio.

Jani Liimatainen, el que fuera guitarrista de Sonata Arctica hasta que los finlandeses dieran un drástico golpe de timón a su Power Metal con la publicación de “Unia” (2007), está especialmente activo como compositor de unos años a esta parte. De hecho, “Welcome to the edge”, de temática amorosa (vertiente ruptura), recuerda mucho (especialmente en el pre estribillo) a «A night to forget», incluída en “Stormcrow” (2015), el segundo disco de Cain’s Offering. Ya apuntábamos antes que Mr. Kiske, a pesar de llevar desde la adolescencia en esto de la música, todavía es capaz de sorprendernos. No es ninguna novedad que utilice un registro ‘a lo Elvis’, pero sí que lo es que utilice un tono tan bajo. Un puto genio.

Repite Mularoni (lo volverá a hacer en la quinta pista) en el tercer corte (componiendo y aportando el solo de guitarra), «Hereafter». Así que la canción vuelve a darle protagonismo a los teclados, tanto en el comienzo como en el desarrollo y en el solo, acercándose bastante a otro de los proyectos de Kiske y Ward: Unisonic.

Otro italiano, Alessandro del Vecchio (teclista y cantante en infinidad de bandas), nos regala (o nos la cobra, no lo sé) la primera balada del disco: «Strong». Un piano que roza la canción de cuna nos sirve en bandeja la hermosa entonación del cantante alemán, que se luce en un tema que, sin ser un futuro clásico, acaricia nuestros oídos como la seda de una cama de hotel de lujo lo haría con nuestra piel. Y nos introduce los solos de guitarra de Michael Klein (quien repetirá en los tracks nueve, diez y doce).

El ritmo sube lo justo para, en “Across the times”, instalarse en el medio tiempo. Se trata de otra pieza de hard rock melódico, nada original, pero perfectamente ejecutada. Mencionábamos antes a Unisonic; pues bien, en un proyecto cuya columna vertebral es la mitad de dicha banda, no podía faltar la colaboración de Kai Hansen, otra de las piezas del engranaje, quien aporta su técnica de shreder, y su más que contrastada calidad, en un solo marca de la casa.

Hemos citado también a Labyrinth y aquí tenemos, dándole forma a “Riding the ghosts” a Olaf Thörsen (guitarrista de los ítalos) y Fabio Lione (cantante de, entre otros muchos proyectos, Vision Divine, donde también milita el primero). Una lástima que el último no preste su también excelente voz en algunos versos. Creo que haber incluido alguna colaboración en el apartado vocal no hubiera sido mala idea. Un inspirado riff de guitarra atraviesa una canción que acelera justo antes del estribillo, en el que Kiske vuelve a hacer de las suyas. Hansen repite en el solo, esta vez mucho más melódico y menos técnico.

Me ha vuelto a pasar. El 7 me persigue y, cuando se trata de discos, muchas veces es el corte que más me engancha. Avisábamos antes a los powermetaleros (entre los que me incluyo) que no se crearan expectativas, y el aviso sigue en pie, pero estoy seguro de que, si van directamente a escuchar “Light before the dark”, quizás sacien (sólo un poco, eso sí) sus ganas de riffs cañeros y estribillos pegadizos (nada de doble bombo, sin embargo). Además, el solo esta vez corre a cargo de Gus G., hacha de los Firewind, así que la velocidad y precisión están garantizados.

Da gusto descubrir vertientes e influencias desconocidas en músicos que nos tienen acostumbrados a cierto tipo de estilo. En “Falling star”, Magnus Karlsson, se aleja del Metal más tradicional que suele practicar con Primal Fear y compone (y aporta solo) otra canción melódica y comedida para el disco. Muy valorable, también, que un guitarrista sea capaz de dar protagonismo a otros instrumentos, como en este caso.

“Breathing”, obra de Aldo Lonobile, es una balada positivista, de las que invitan a respirar (esta vez, literalmente) más que a llorar o lamentarse. Intuyo que los músicos se han sentido especialmente inspirados por esta composición, pues Michael nos deleita con un sentimiento a la hora de cantar que pone los pelos de punta (y eso que suele hacerlo habitualmente) y Klein le da forma a un solo de piel de pollo.

Comienza el tercio final de este “Close to the sun” sin grandes novedades. “Yesterday is gone” sigue el curso natural de lo que Place Vendome viene haciendo: Rock Orientado a los Adultos (que poco afortunada me parece esta etiqueta), es decir, Rock que no transgrede, Rock que no pretende provocar terremotos, Rock que no apela a la conciencia; Rock que entretiene, Rock que gusta y Rock que puede remover, pero nunca contravenir.

¡Vamos con otra balada! Si de «Breathing» decíamos que era positivista, y su escucha positiva, de «Helen», y para ser honestos, hay que decir que es tremendamente aburrida y previsible. Lo peor del disco sin ninguna duda. Me recuerda a los temas más insulsos de la carrera de Kiske en solitario (cuando renegaba del Metal y Tobias Sammet todavía no lo había rescatado para la causa). No la salva ni la participación de Mandy Meyer (segundo guitarrista de Unisonic) en el solo. Aquí Olaf Thörsen y Fabio Lione pusieron el piloto automático. Me juego el teclado del ordenata.

Me gustaría decir que el disco se cierra con un tema cañero que ayuda a sacudirse la sensación de estar cubierto en mermelada, pero os mentiría. «Distant skies» es más de lo mismo, y no lo denuncio, sólo lo constato.

Para aquellos que gustéis de símiles cinematográficos: los que esperen de este disco el sentimiento de una película de autor, se decepcionarán; los que busquen la adrenalina de un blockbuster, se aburrirán. Place Vendome, desde que arrancaran su andadura en 2004, se caracterizan por ofrecer música amable, en la línea de una comedia romántica de las que, sin ser la panacea, tampoco insultan la inteligencia de nadie. Hablábamos al principio de esta reseña de prestar la oreja, y creo que es una expresión más que indicada para el caso que nos ocupa. El metal se caracteriza por ser un estilo exigente, que requiere atención (prestar el oído, más bien) y esfuerzo por parte del oyente, pero, ¡mira tú! Resulta que existen grupos, como éste, cuyas creaciones no es descabellado utilizar como música de fondo mientras realizamos tareas que exijan concentración o, incluso, para echarse una buena siesta.

Para quienes la escucha de esta obra les vaya a hastiar: os entiendo.
Para los que la vayan a disfrutar sin más: me uno.

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