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Crónica y fotos del Resurrection Fest 2017

Hablar de julio en Viveiro es hablar de Resurrection Fest, el festival gallego por antonomasia y que consigue llevar la experiencia festivalera mucho más allá de la música, una experiencia en la que todo Viveiro se involucra y de la que el asistente puede sacar mucho más que ver a sus bandas favoritas.

Este año el Resurrection empezaba algo antes que de costumbre para mi, el martes ya estaba en Viveiro, así que pude disfrutar de algunas actividades previas al festival, como el ambiente del Casino y conocer algo más el pueblo que año tras año nos regala el que para mi (y lo digo sin tapujos) es el mejor festival de España. Tras esta jornada de martes, con su viaje, su paseo por el camping, la playa, una vuelta por Viveiro y comenzar a disfrutar de la maravillosa gastronomía local, llegaba el momento de comenzar a trabajar. Todo arrancaría con la Warm-up party del miércoles, momento en que se abría el recinto del festival y la música volvía a sonar bien fuerte en el cielo de Galicia.

Como viene siendo habitual, el campo de Lavandeiras en Celeiro se transformaba en la Resurrection Fest City, lugar que durante cuatro días vería pasar miles de personas para disfrutar al máximo. Durante esta fiesta de bienvenida únicamente había acceso al Ritual Stage, punto donde se dieron cita ni más ni menos que: Parazit, Aphonnic, We Ride, Here Comes the Kraken, CJ Ramone, Soziedad Alkoholika y Sepultura. Sin duda un cóctel explosivo que amortizaba por si sólo los míseros 8€ que costaba la entrada, y es que no hay más que comparar lo que costaría ver a cada una de estas bandas en solitario para asumir que el precio era más que razonable. El Resurrection 2017 quedaba así inaugurado, con la carpa prácticamente llena desde su apertura.

Se podía adivinar que el festival iba a ser de los que a uno le dejan marcado, y así fue. El público no dejó de saltar, las primeras filas estallaban de energía con cada acorde y dieron buena cuenta del terreno con las actuaciones de S.A. y Sepultura.

Jueves

Más o menos puntual, el Resurrection abría sus puertas el jueves, aún con los últimos acordes de Sepultura retumbando en la cabeza (niños, si alguna vez os dedicáis a la fotografía musical no os olvidéis los tapones), la jornada arrancaba con Late to Scream en el Ritual Stage. Aún quedarían unas horas para que el Main Stage y el Chaos Stage se abriera, tónica que continuó durante todo el festival, y que permitía que la gente se repartiese en los escenarios más pequeños y las primeras bandas no tocaran frente a un tendido despejado.

Junto a los escenarios más “humildes” se encontraban las zonas de restauración y algunos stands de las marcas patrocinadoras. Y en lo que a oferta gastronómica se refiere, el Resurrection es sin lugar a dudas uno de los mejores festivales para comer en España. Comida italiana, asiática, tradicional gallega, española, para intolerantes, para veganos, para vegetarianos, kebaps, italiano, oriental, parrilla argentina… y seguro que algo me dejo…

Kitai, The Wax, Blaze Out, Trashnos y El Altar del Holocausto fueron los encargados de repartir tralla durante las primeras horas. La cantidad de asistentes iba en aumento, mientras que los ya presentes comían para encarar con energía la primera jornada. La gente se iba acercando a coger sitio en las primeras filas del Main Stage y del Chaos Stage, mientras que a la prensa se nos duplicaba el trabajo (y comenzarían las bandas solapadas). En el Main Stage le tocaba el turno a Bastards, que abrirían la tarde a base de punk celta, y tras los coruñeses llegaba el turno de estrenar el Chaos Stage, sería con la arrolladora presencia de los valencianos Noctem, dando una lección de furioso blackened death. La siguiente parada sería en el Main Stage, le tocaba el turno a The Devil Wears Prada, quienes supieron mantener el interés del respetable durante toda su actuación, una paradita en el Ritual Stage con Malevolance, grupo que tenía bastantes ganas de ver en directo, y que disfruté como un verdadero enano.

No cabe duda de que hablar de Airbourne es hablar de de rock ‘n roll, pura energía en disco y pura actitud en las tablas. Los australianos saben muy bien lo que se hacen, y capitaneados por Joel O’Keffe, desde el primer acorde del ‘Ready to Rock’ hasta el último de ‘Running Wild’, pasando por una estupenda y fresca incursión de los Resukids en el escenario, hicieron retumbar el suelo de Viveiro. Para los que no estéis familiarizados con el término Resukids, decir que es una iniciativa que surge hace ya tres años como una opción para aquellos padres que quieren disfrutar del festival junto a sus hijos. Desconozco las cifras exactas, pero por lo que pude ver, este año se juntaron algo más de 30 chavales, que bajo la atenta mirada y cuidados de sus monitores, no dejaron de pasearse y disfrutar del evento y distraerse con actividades especiales para ellos.

Volviendo a los directos: Comeback Kid y Suicidal Tendencies seguidos… una locura, ¿para que nos vamos a engañar? dos bandas que saben dar buena caña, y que era lo que hacía falta para enfilar el atardecer como debe hacerse en un festival, al ritmo de una batería como la de Dave Lombardo y disfrutando del espectáculo y la actitud de Mike Muir.

Snapcase era el siguiente grupo en mi lista, ahora que me fijo, este año hice muchos conciertos en el Ritual Stage, pero es que se estaba muy a gusto en la carpa, la iluminación invitaba a sacar fotos sin parar y el ambiente del público tenía una vitalidad espectacular.

De nuevo en el Main Stage, Anthrax, uno de los grupos de mi juventud. Si a mi yo de 2003, que flipó en colores con el ‘We’ve Come for You All’, le hubieran dicho que 14 años después les iba a estar haciendo fotos, me costaría mucho creerlo. Pero ahí estaba, y en los altavoces estaba sonando… ¡’The Number of the Beast’! Definitivamente, este iba a ser uno de los conciertos de la noche, y lo fue. Desde ‘Amon the Living’ hasta ‘Indians’, dejaron claro porqué son uno de los Big Four.

Eluveitie y Dropkick Murphys, el folk fiestero de los primeros dejando paso al punk de los segundos fue, en mi opinión, un gran acierto. Cerrando los suizos con su ‘Inis Mona’, darían paso a la formación de Boston, que salió a escena para embestir a la audiencia como un tren de mercancías embestiría a un muñeco de nieve. Se nota mucho cuando una banda tiene ya cierto bagaje, y desde luego DM saben muy bien lo que tienen que hacer. Prácticamente todos los temas que tocan en directo son himnos, y con cortes como ‘The Boys are Back’ o ‘Hang ‘em High’ la fiesta está asegurada.

La primera jornada del Resurrection iba tocando a su fin, y lo hacía con unos Korpiklaani en plena forma. Desde luego, estuvieron mucho mejor que cuando les vi hace años en la Sala Caracol de Madrid y unos Red Fang totalmente arrolladores en el Desert Stage.

Viernes

Por segundo año consecutivo el Resurrection colgaba el cartel de completo, se habían vendido todos los abonos y la jornada del viernes prometía ser una descarga espectacular.

Muy a mi pesar, debido a un problema con el transporte, me perdí a Ravenblood, banda barcelonesa de death metal con la que tengo una cierta amistad, y que por lo poco que pude escuchar (llegué a las dos últimas canciones) sonaron de vicio en el Desert Stage. Con el ánimo un poco bajo, por haberme perdido este primer concierto, encaraba la segunda jornada, aunque no tardé en reponerme. Los conciertos de media hora de la primera parte del día tuvieron buena culpa, con especial mención a Anima, banda coruñesa progresiva que resultaron ser uno de los descubrimientos del festival.

Y como si nada, llegó el turno de acercarse al Main Stage. El estreno del escenario grande en el día de Rammstein venía con la emoción añadida de saber cómo iban a aprovechar las bandas la estructura de los alemanes; y es que por ejemplo, el año pasado con las luces de Iron Maiden el resultado fue espectacular… Aunque nada más lejos de la realidad, ante nosotros un escenario principal prácticamente a oscuras, y que desmereció en gran medida el apartado visual de los shows. Aún así, los valencianos Killus saltaban a la palestra y dando un show perfectamente medido y estudiado. Ofrecieron buena cuenta de su repertorio y dejaron claro que en eso del industrial son punta de lanza en España.

Teething y Northlane fueron los siguientes, en el Chaos Stage y Main Stage respectivamente, dando un gran concierto ambos y haciendo gozar a sus respectivo público de muy buen sonido. Legacy of Brutality iba a demoler el Chaos Stage y vamos si lo hizo. Los asturianos tienen más que ganada su fama dentro del panorama extremo nacional.

Con Annihilator el thrash volvía a aparecer en el Main Stage, y desde el primer acorde agitaron a su público con furia. Los canadienses liderados por Jeff Waters hicieron todo lo que estaba en su mano para ofrecer un concierto arrollador. A estos le siguieron Architects; muy a mi pesar tuve que perderme a Vita Imana, pero había gestiones que hacer, y no pude asistir al concierto de los madrileños, aunque por lo que tengo entendido, y a pesar de tener que lidiar con un sonido errático, hicieron muy bien su trabajo, pero volvamos a Architects; los hardcoretas británicos son una apuesta segura si lo que buscas en un festival es una descarga de energía, algo que desde luego, bajo la batuta de Sam Carter, cumplieron con creces.

Paso por el Chaos Stage para ver un rato a los heavy thrashers Warbringer y la hora de Rammstein cada vez más cerca, pero aún quedaba una última banda antes del despliegue germánico. Sin mucha actitud, y con unas horribles luces cenitales unidas a una espesa humareda que formó una pantalla entre los músicos y el foso, saldrían Enter Shikari.

Pude ver un conciertazo de Alcest mientras disfrutaba de un estupendo bocadillo de jamón asado, y dado que me esperaba un concierto de más de hora y media de Rammstein desde el público, decidí que era un buen momento para dejar las cámaras, descansar un poco y disfrutar simplemente del festival.

Decorando el escenario principal se alzaba un gran telón negro con dígitos de reloj que se iban iluminando a medida que se acercaba la salida de los músicos a escena. Si el ambiente previo a la actuación era vibrante, cuando se inició la cuenta atrás el público comenzó a hervir; Rammstein llevaba desde 2013 sin visitar nuestro país, siendo la fecha del Resurrection además la única de esta gira. Sin un disco nuevo que promocionar, el concierto de los alemanes se esperaba que fuese un recopilatorio de éxitos, y así fue. Si bien tomaron las tablas con un aire serio y marcial, esto no le restó ni un ápice de electricidad al show, sabiendo combinar teatralidad con pirotecnia, y dando un espectáculo estudiado al milímetro que hacía que quitar la vista del escenario fuera imposible. Si podemos hablar de un punto de inflexión en el concierto este sería con ‘Feur Frei!’, desde dónde el show fue creciendo en espectacularidad hasta llegar al clímax con ‘Du Hast’, himno por excelencia de la banda, y donde la pólvora se incendió sobre nuestras cabezas mientras cuatro grandes columnas de fuego brotaban de la torre de sonido. Con ‘Sonne’ y ‘Amerika’ los alemanes quemaron sus últimos cartuchos, arrojando llamaradas y confeti, para terminar en un ‘Engel’ espectacular, con Lindemann escupiendo fuego sobre el respetable.

Antes de terminar, Rammstein, que saben muy bien lo que hacen, como lo hacen y sobre todo, donde lo hacen, tenían guardado un as en la manga, y es que, tocando en España, quisieron cerrar su actuación con ‘Te Quiero Puta’, una de las canciones menores del grupo, pero que fue coreada por todo el público asistente.

Sábado

Heart Attack y Bolu2 Death abrían la jornada en los escenarios Ritual Stage y Desert Stage respectivamente, y lo hacían con media hora de diferencia, como también lo harían The Blackjaw, Revolution Within y Degraey. Este medida que se adoptó para las primeras horas me gustó mucho, conciertos ininterrumpidos mientras se iban preparando los escenarios principales. Creo que fue el acierto de esta edición, y como quien no quiere la cosa, ya habían pasado casi dos horas y media de la última jornada, el tiempo se vierte entre los dedos cuando uno está trabajando en algo que ama y en un lugar que ama.

Los vampiros de Girona, MorphiuM, darían a esa hora buena cuenta del Main Stage, que se veía sensiblemente más libre de gente que el día anterior. La gente seguía teniendo ganas de fiesta, y sorpresa ¡las luces habían vuelto al Main Stage! Tras Morphium les llegaba el turno a Mutant, que con su batería enfermo y constantes fallos técnicos, pudieron salvar un concierto en el que se centraron en su último disco, ‘Pleiades’.

Tocaba el turno de Bury Tomorrow, los británicos tomaban el Main Stage, su calidad es indiscutible, pero la resaca de la jornada anterior aún seguía haciendo mella en la audiencia, que quizás no estuvo todo lo entregada como se esperaba. Lamentablemente, Krisiun fueron baja de última hora debido a un problema con el transporte, de modo que hubo un breve rato de tranquilidad, perfecto para echar un vistazo a la apuesta por el stoner de Conan en el Desert Stage, aprovechar para tomar algo y volver al Main Stage para ver a los chicos de Alissa White-Gluz,, unos Arch Enemy que han sabido adaptar perfectamente la entrada de la nueva voz, y a los que realmente tenía muchísimas ganas de poder ver. La banda supo conjuntar a la perfección los éxitos de la época de Gossow, como ‘No Gods, No Masters’ o ‘Nemesis’ con temas más actuales.

Lords of Black saltaban al escenario tras las últimas notas de Arch Enemy, los patrios defendieron su propuesta power metalera con solvencia, y serían buen aperitivo para ver luego a Sabaton. Ronnie Romero es un portento a la voz y sabe liderar a la perfección la formación, que pese a ser bastante reciente, tiene todas las papeletas para seguir creciendo.

¡Mastodon! No os imagináis las ganas que tenía de verles, tras un concierto mediocre en el Sonisphere de Madrid de 2011, pero una actuación estelar en el Download de Madrid de este mismo año, eran una de las bandas a las que más ganas tenía de ver. Estaban presentando su último álbum, ‘Emperor of Sand’, y por supuesto, contaron con la invasión de la tropa de Resukids, momento que arrancaba sonrisas hasta al más trve de los trve.

A renglón seguido, Taake saltaba a las tablas del Chaos Stage. Ver a un exponente del black noruego como estos, en un lugar como este, resulta un lujazo, y ya si se sacan de la manga el BOLAZO que se sacaron, pues no se puede pedir mucho más. De vuelta al Main Stage tocaba el turno de Rancid. Y siempre me ha resultado curioso este fenómeno, en el que músicos que tocan punk rock, dan el pelotazo y convierten su música en un negocio, pero lejos de estancarse, continúan girando y ofreciendo el mismo espectáculo honesto, cargado de calidad y energía que durante sus comienzos, lanzando canciones, himnos del punk playero que lideran por mérito propio y que los convierte en personajes totalmente atemporales.

Tras la descarga de Rancid tocaba volver por última vez este año a la carpa, en el Ritual Stage me esperaban unos Agnostic Front que, como siempre, hicieron lo suyo sobre las tablas, y lo suyo es siempre MUY BUENO.

El Resurrection Fest daba sus últimos coletazos, el tanque de Sabaton estaba listo en el Main Stage, y puntuales, los suecos saltaban a las tablas con ‘Ghost Division’. Acudir a un concierto de Sabaton te da la garantía de ver un show en el que los músicos se van a dejar la piel, los pulmones y el alma sobre el escenario. Una banda que en pocos años ha conseguido crecer una barbaridad, llegando al punto de poderse permitir cerrar un festival como el este sin tener que dar explicaciones. Y así fue, los suecos dieron una lección de actitud, mezclado todo con una buena pirotecnia y que, desde luego, hizo que los que allí estábamos viviéramos su concierto como si fuera el último, ya no del festival, sino de nuestra vida.

Entre historias de batallas y guerreros llegaba el fin del Resurrection, una edición marcada por el crecimiento del festival. ¿Habrá Resu para mucho tiempo? espero y deseo que sí ¿Lo veré yo? Hasta que me aguanten las piernas.

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