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The Cannibal Queen ‘Rules of duality’, estribillos infalibles y un groove infeccioso al extremo

Al final de todo, el pegarse el currazo de que tu grupo permanezca con vida, el hecho de seguir creando y grabando canciones, tiene mucho que ver con que de verdad te guste hacerlo. Hacerlo, en el fondo, por lo que supone en sí mismo todo el proceso creativo y/o de subirse a un escenario para presentarlo. Si el viaje es más importante que el destino, y si el hecho de expresarte con la música supone suficiente aliciente, a pesar de que no te llene el bolsillo, puedes ir editando canciones, sacando vídeos e irte buscando la vida para que algo tan personal como las canciones compuestas por uno mismo lleguen a todo el que quiera acercarse a ellas.

Supongo que algo así es lo que debe suceder en The Cannibal Queen, que presentaron meses atrás su nuevo disco titulado ‘Rules of duality‘, su cuarta entrega ya desde que se formaron allá por 2008. Y si Carlos Santolobo, único miembro original que se mantiene en la nave, no estuviera cargado de una honesta devoción hacia ‘su’ criatura desde hace una década, difícil, si no imposible, asemeja el poder llevar adelante toda la parafernalia que supone estar en un grupo durante todo ese tiempo.

Para los que hayan coqueteado con The Cannibal Queen en el pasado, decirles que no sólo hay novedades en su sonido. También en su formación. Sata Nero se estrena como vocalista, con la complicada labor de sustituir a Ray Varela. Como si fuera poco arduo de por sí sustituir a quien pone la voz y la palabra, más complejo es, si éste, encima es uno de los ideólogos originales del proyecto. Completan en quinteto Gabriel Cohen-Tarica a las guitarras – junto a Carlos – Rafa Petit al bajo y Miguel Belvis a la batería.

Desde una primera escucha, tengo claro que si algo tenían como prioridad estos cinco era la de dotar a sus canciones de estribillos infalibles y un groove infeccioso al extremo. No hace falta más que ver como empiezan los primeros cortes del álbum. Todo está bien pulido y controlado para que el resultado final esté más cerca de hard rock atemporal que del metal alternativo del que parecen haber sido secuestrados.

Una red tupida y densa de guitarras con distintas texturas crece como una borrasca gallega en ‘It’s psycho’, perdiendo un poco de su impacto inicial al alargarse más de tres minutos, pero ejerciendo de forma eficaz como introducción al álbum. Igualmente, con análogo recurso te patean en ‘Those who dwell beyond’, moviéndose con naturalidad en el estuario en el que el metal copula con el hard-rock, y ahora sí, ofreciendo un tema poliédrico y de repetidas metamorfosis, que aunque tampoco te noquea, te gana a los puntos.

Regulan el punto de mira y afinan puntería en ‘Nail & chain’. Unos riffs secos acompañados de unas lineas vocales bien curradas, con cierto toque chulesco/macabro que por momentos me recuerda al tito Rob (conste que el timbre de la voz no es similar al de Zombie), y que dicho sea, le quedan de muerte. Estribillo lapidario, pegadiza al máximo y algún breve solo – dos veces bueno – redondeando. Pim-pam y fuera. Esto es lo que viene a ser un single de libro.

Un velo algo más siniestro se extiende en ‘Drink me red’, pero da igual. Se han venido arriba y vuelven a dar en el centro del blanco. Otro estribillo finísimo, de esos que sin darte cuenta te encontrarás tarareando en los lugares más inverosímiles, y unas rítmicas, que no por tener sensación de haberlas escuchado en algún otro lado, te dejan de engatusar.

El reloj de arena se voltea. Rules of duality no es un título de farol y en el inicio de esta segunda parte del disco, el tufillo a camposanto desaparece…Como al despertarse después de una ingesta épica de espirituosas, en la que no tienes ni pajolera de dónde te ha reencontrado la consciencia, recuerdas vagamente que estuviste en un sitio algo siniestro y no te haces una idea de como has llegado a ese deportivo en el que suena a todo trapo ‘Come with the sun’ mientras vas devorando kilómetros de las soleadas carreteras de la costa californiana. Y sí, que agradable sensación, que se funde y tiene continuidad en ‘Spiced pumpkin pie’, que incide en una atmósfera similar, con ese regusto a hard rock tan profundamente americano. Ni que decir que aquí Mr.Nero se desata y marca su propio territorio. A estas alturas es de destacar el ramillete de recursos mostrado y es encomiable la cantidad de registros que afronta con soltura.

‘The summoning’. Otra vuelta. Adiós verano, adiós Mustang, adiós California. Hola oscuridad, hola figuras siniestras, hola. Volvemos a las percusiones pesadillescas, los riffs amenazantes y las voces que se arrastran al acecho.
Broche final con la instrumental ‘Dead calm’, en la que con brujería ignota logran dibujar una amarga sensación de bienestar, capturando en un sólo tema las contrapuestas esencias que se muestran en los temas precedentes,

A lo largo de las escuchas, y a pesar de los bruscos cambio de registro, he de decir que el álbum acaba por convencer. Y en este caso es porque las canciones, individualmente funcionan. Son buenas y tienen gancho. Mucho.

Han sido listos y esa (en principio) falta de coherencia la han disimulado con el concepto bipolar del nombre del disco y del artwork, y te llevan de un tema al siguiente, de un extremo al otro del abanico de matices que la mayoría de nosotros experimentamos de forma aleatoria y desordenada. O al menos, creo que no seré el único que ha apreciado el regalo de estar vivo cuando tumbado en la hierba, al lado del río, el sol del atardecer templa el cuerpo, y sólo unas horas antes me embargaba el sentimiento de una futilidad existencial que sólo parecía poder ser mitigado cuando mi conciencia terminase de desvanecerse definitivamente.

Por ahí es por donde me han pillado, y un disco al que podía acusar de cierta incoherencia de primeras, ha acabado encajando y adoptando cierta forma que me permite hacerlo un poco mío.

Lo mejor

  • Composiciones bien equilibradas en general y producción apropiada.
  • Sata Nero debuta demostrando un montón de buenas cualidades.
  • Algunos de los temas aquí incluidos son realmente pegadizos.

Lo peor

  • Disco arriesgado en concepto que puede dejar desorientados o a medias a algunos.

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