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La última tentación de Alice Cooper, Neil Gaiman, Michael Zulli (The Last Temptation – 2005)

Norma Editorial sigue recuperando clásicos y material díficil de encontrar y ahora nos alegra la vista con la colección ‘Made In Hell‘, inaugurada con la reedición del comic que acompañó a la edición limitada del disco de mismo título de ese moderno Señor de las Tinieblas llamado Alice Cooper allá por 1994.

En los 90 un cuentacuentos de nombre Neil Gaiman retomó un personaje llamado Sandman que le convirtió en el guionista de comics para adultos más original en décadas. La elegancia y la cercanía con posibles universos reales atrajeron a directores de cine, literatos y todo tipo de personaje capaz de seguir las mil inteligentes referencias culturales escondidas en sus guiones.

Tori Amos pasó de ser fan de Gaiman, a ser amiga íntima, musa e incluso cara de unos de los Eternos (Delirio) habitantes del universo Sandman. Poco después alguien más llamó a la impredecible puerta de la imaginación de Gaiman. Bueno, lo hizo el agente de la compañía de Alice Cooper en Los Angeles, aunque la conclusión es la misma: conocedores de sus respectivas carreras profesionales, cuando quisieron darse cuenta, el mismísimo Alice, «adorado» por entonces por su aparición en ‘Wayne’s World’ y Neil Gaiman dieron luz a una pequeña joya en la tradición del Gótico norteamericano.

Cooper quería un disco conceptual que Gaiman tejió hasta hacer de la idea un relato en el que se basa el disco, o la compañía ideal para el disco basado en lo que se escribió para su edición en viñetas. El resultado es una pieza de arte necesaria para todo habitual de Gaiman. Con dibujo del detallista Michael Zuli, quien ya había colaborado con éste en Sandman, Zuli estudió hasta tal detalle el particular rostro de Alice Cooper para que en todo boceto asistamos a la viva imagen del personaje demoníaco que Cooper lleva dando vida desde hace décadas. Si aún no estás convencido, piensa en un teatro de lo macabro que sólo aparece una vez al año, cuando atardece, y al que el alter ego de Alice Cooper sólo invita a niños especiales… que no suelen volver nunca.

Como Gaiman confirma después de pensar en intentos como los cómics de Kiss: «no se me ocurría ninguna razón por la que no pudiese haber un buen cómic de rock». Un único fallo: no haber mantenido la genial portada original con que en su día Dave MacKean ilustró la portada del disco.