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Audition, Takashi Miike (1999)

Uno de los directores clave del cine japonés de los últimos años. La filmografía de este autor es extensísima (es capaz de grabar hasta 6 películas al año) y muy variada en cuanto a temática (de infantil a ultraviolencia) y también en cuanto a calidad. Ha sido el responsable de películas supercomerciales como ‘Llamada perdida’, como de algunas de las producciones más respetadas por la crítica.

Miike es uno de esos directores que dejan una huella particular en las películas y puedes estar convencido de que ningún otro podría hacer la película igual. Pero ¿qué distingue a Miike? Pues la verdad es que a lo largo de su trayectoria es obvio el uso de la violencia, una violencia siempre explícita y en muchas ocasiones gratuita. A veces consigue crear (como en Audition) una escena memorable, mientras que en otras ocasiones no pasa de lo cutre o lo asqueroso, pero siempre consigue su golpe de efecto, sorprende y hace que notes un nudo en la garganta. Sin embargo, en contraposición, cuando trata a los personajes, cuando no hay acción, predomina la simplicidad.

«Algo que distingue a Audition de otras producciones de Miike es el cuidado en la realización, que la aparta de otras anteriores como Visitor Q, rodadas de forma más ‘casera’ con cámaras digitales»

La película parte de una historia más bien absurda y que, tristemente, refleja la mentalidad cavernícola que el hombre tiene de la mujer en el país nipón. Aoyama, un hombre maduro y viudo decide hacer caso a los consejos de su hijo y buscarse una nueva esposa. Pero a él no le apetece ponerse a ligar a su edad, y además, busca a un tipo de mujer muy particular (una chica joven, guapa, delicada, dulce, calladita, sumisa…en fin, ese tipo de cosas) así que acepta la propuesta que le hace su amigo Yoshikawa, que es productor cinematográfico (y también cavernícola), y realiza un casting para encontrar a la esposa perfecta.

Ya antes de verla, sólo por su fotografía, Aoyama se enamora de Asami, una chica que parece cumplir todos los requisitos. No lo duda, la llama, la invita a cenar y comienzan una relación. Su amigo Yoshikawa tiene un mal presentimiento sobre Asami, pero ya es demasiado tarde, Aoyama está enamorado y no le hace caso. Poco a poco, descubrimos a la verdadera Asami, que se aleja bastante de ese prototipo de mujer florero ideal y se acerca mucho más al de loca psicópata. Algo que Aoyama descubrirá demasiado tarde. Y, al final…la violencia, la violencia pura, sin piedad, sin artificios que distingue a Miike de los demás. Una violencia que, quizás, resulte más aterradora por el hecho de que la realice una chica joven y bella, con una sangre fría increíble y que, además, se divierte.

En la segunda mitad, sin embargo, la tensión aumenta continuamente (de forma errática a veces) gracias a imágenes oníricas y ensoñaciones…hasta que llega el cenit, el final apoteósico que hace que la película realmente valga la pena, y que se grabará en tu memoria, seguro.

Algunos intentan buscar en el desarrollo de esta historia un mensaje anti – machista, es decir, que la película representaría la venganza de las mujeres contra ese tipo de hombres que creen que ellas son objetos. La verdad es que no sé si ese es el mensaje que quiere dar la película, pero, sinceramente, espero que no, porque, estaréis de acuerdo conmigo, representar a la mujer como una pirada vengativa no contribuye demasiado a la causa feminista. Quizá algunos no aguanten la primera hora porque les parezca realmente aburrida, y otros no aguanten el final porque daña su sensibilidad. Pero, si la veis toda enterita, estad seguros de que ese final se convertirá en mítico y hablareis de ella al día siguiente.

[Rating:9/10]