Lo primero que hay que decir es que, sin duda, Old boy es una película sencillamente imprescindible para cualquier aficionado al buen cine. Pank Chan-Wook, su director, se ha consolidado como uno de los realizadores más prometedores del mundo y, la verdad es que todas sus películas impresionan. Oldboy es la segunda parte de una trilogía que el director dedica a la venganza.
El primer film de los tres fue ‘Symphathy for Mr. Vengeance‘, y aquí ya dejaba claro su gusto por las venganzas retorcidas, la violencia más cruda y el humor negro. Ahora mismo, ya falta poco para que podamos ver la tercera parte ‘Symphathy for Lady Vengeance‘ de la que se espera mucho, muchísimo, viendo los precedentes.
Old Boy ha sido internacionalmente reconocida obteniendo el Premio Especial del Jurado en Cannes y triunfando en Sitges. Sin duda, un buen aval para los todavía escépticos. Uno de los pilares de la película es el protagonista Choi Min – Sik, un magnífico actor, que interpreta a Oh Daesu, un hombre secuestrado durante 15 años sin saber quién lo retiene ni por qué. Cuando es liberado comienza su búsqueda de la verdad y su violenta venganza, sin darse cuenta de que siguen jugando con él y que el secuestro sólo era el principio.
Excepto para aquellos realmente hipersensibles a la violencia y a la crueldad en las pantallas, podemos decir que Old Boy es una película para recomendar sin miedo a fallar. No hay excusa para no verla.
El personaje es víctima y a la vez verdugo en una historia compleja, y es este uno de los aspectos que se tratan en la película: el bien, el mal y sus matices. Aunque al principio están muy claros los roles, a lo largo de la película se profundiza en la subjetividad de las acciones y lo moralmente correcto. Incluso el final de la película lleva a esa reflexión, porque es difícil decidir el sabor de boca que nos deja, desde el vómito a la sonrisa, caben todas las posibilidades.
En cuanto a lo técnico, es indudable que la historia está contada de una forma muy acertada, manteniendo en todo momento la intriga y la tensión; y, no sólo eso, la película nos deja, por momentos, boquiabiertos, con secuencias que son verdaderamente memorables, véase ese impresionante travelling lateral en una lucha a martillazo limpio; y con escenas que rozan lo surreal, como la liberación de Oh Daesu o la escena en la habitación con esa inquietante figura con máscara de gas.
Para aquellos demasiado acostumbrados al cine americano o que crean en los tópicos del cine asiático, hay que decir que tampoco encontramos en las películas de Park Chan–Wook (ni en el cine coreano en general) un cine demasiado alejado de los cánones a los que estamos acostumbrados en occidente, ya que incluso resulta evidente la influencia (reconocida por el propio director) de realizadores como Kubrick o Tarantino.
[Rating:8/10]