Nada más saber que Ensiferum volvían a la carga en estudio tras una eterna gira de dos años corrí presto al armario, a desempolvar el hacha, el escudo y el yelmo con cuernos. Se acercaba la batalla. Pero para mi sorpresa, el retorno de uno de los referentes vikingos a la escena ha traído un álbum mucho más elaborado y maduro, no tan plano. Y, la verdad, no se puede decir que el cambio haya sido a peor.

Tampoco quiero que os llevéis a engaño. Las verdades en que se fundamenta el sonido de Ensiferum son tres: la temática de leyendas vikingas, el doble bombo a todo meter y los riffs ultrarrápidos a dos guitarras. Y como ejemplo más palpable, el tema que abre fuego y que da nombre al plástico. Clásico trallazo a todo galope que abrirá conciertos durante años antes fans enloquecidos. Pero enseguida vemos que el sonido de este trabajo va más allá de eso, y en Twilight tavern encontramos una canción mucho más elaborada, con más dedicación a la composición de la melodía e incluso orquestaciones y coros. Además, los teclados han ganado muchísimo peso, como muestra el fichaje como miembro a tiempo completo de un teclista.

La muestra más evidente de este cambio la tenemos quizá en las dos partes de Heathen Throne. Dos temas larguísimos, de casi veinticinco minutos en total, que explora ampliamente todas las caras del grupo, desde el folk hasta el viking, introduciendo partes instrumentales, coros y orquestaciones épicas. Puede que parte del cambio haya venido de manos de Petri Lindroos, que tras abandonar Norther para dedicarse exclusivamente a Ensiferum, se ha traído consigo parte de la madurez musical que empezó a mostrar en el último disco de su banda original.

De todas formas, para asegurarse que ningún fan se duerme con tanto pensamiento elevado, nos atizan a continuación otro cañazo a máxima velocidad con Elusive Reaches. Mención especial al solo, que debe ser de lo mejor que les he escuchado. Stone cold metal aporta un ingrediente que ya se ha vuelto casi tradicional: un regusto a música de western, en este caso con su solo de banjo y todo. Y para acabar tenemos Smoking ruins, un tema que debe obligatoriamente escucharse armado de un tanque de cerveza y abrazado a un amigo, como mínimo.

En definitiva, un salto evolutivo en la especie vikinga, pero a mejor. Un disco que, sin renunciar a sus señas de identidad, amplía horizontes y, sobretodo, lo hace con calidad y talento. Después de haber recorrido el mundo durante un par de año, y con gira por España en breves, a estos tíos duros les espera algo grande.

[Rating:8/10]

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