Al hablar de nuevos lanzamientos de bandas legendarias como Gamma Ray, es imposible no tener en cuenta el legado que arrastran. En el caso que nos ocupa, ese legado fue demasiado pesado para su anterior lanzamiento, el fatídico ‘Land of the Free II’. Afortunadamente, Hansen y los suyos han reaccionado a tiempo y han vuelto a la carga con energías renovadas.
Y para no dejar lugar a la duda, desde el inicial ‘Rise’ comienza la demostración de que aun saben repartir estopa. Un tema de la vieja escuela rápido y contundente, puro power metal. Lo único que cabe achacarle es un estribillo flojete, en el que la voz de Hansen, en vez de ascender hacia el cielo parece hacerse pequeña, desperdiciando el gran impulso que trae. Para mi sorpresa (agradable), el buen tono musical sigue con ‘Deadlands’, con una velocidad menos que el antecesor, pero la misma intensidad, y un final tremendo. Esto empieza a ponerse bien.
La edad no perdona, y después de los dos trallazos previos sigue ‘Mother Angel’, un medio tiempo muy llevable en el que Hansen aprovecha para recuperar algo de aliento y meter uno de esos solos a dúo que tanto le gustan. A continuación viene ‘No need to cry’ una sorprendente balada épica, con su parte acústica, sus violines, y Kai en modo cariñoso, mucho más acertada que los escasos antecedentes que recuerdo a bote pronto como ‘Lake of tears’. Atentos a la curiosa parte central de guitarra electroacústica.
A continuación viene ‘Empathy’, un tema un poco más oscuro que en la primera escucha me dejó algo frío, pero que después me ha gustado bastante. Atmósfera a base de teclados y unos riffs de gran intensidad dejan un tema particular pero poderoso. Sobra eso sí el gritito final. A continuación viene el tema que da nombre al disco, que es lo único que no entiendo de todo el album. El tema en sí es posiblemente el peor del trabajo con diferencia: heavy clásico, pesado y un poco cansino. Aunque intenta ser uno de esos himnos del metal que la gente corea en éxtasis en los conciertos, no lo logra ni por asomo. Aun así, caerá seguro. Como digo, no entiendo muy bien que sea el título que da nombre al disco.
Para compensar, viene ‘All you need to know’ como un latigazo. El tema más rápido y cañero del disco, reverdeciendo los viejos laureles del grupo. Velocidad, fuerza, momentos vocales épicos y un trabajo instrumental notable hacen de este tema uno de los hits del disco. Y como si hubieran dejado para el final lo mejor, ‘Time to live’ tiene un par de momentos que me recuerdan a los mejores Gamma Ray de los años 90, con aquel happy power que hizo estragos por todo el mundo. ¿He oído ‘I wan out’? Por un momento me viene a la mente el archiconocido estribillo de los Helloween, pero no os asustéis. Más o menos en similares parámetros se mueve ‘Shine forever’, aunque no alcanza el mismo nivel de motivación. Pequeño hueco para el lucimiento personal de Schlächter al bajo. Y termina entrega con ‘Chasing shadows’ con una entrada de teclado new age y más power metal del de siempre. En la onda de los dos temas anteriores, aunque con una sección de solos acompañada de unos riffs más complejos técnicamente hablando.
Sí señor. Parece que el décimo disco de Gamma Ray ha servido para volver a escuchar un buen disco de cabo a rabo. Reconozco que lo cogí con miedo, después del fiasco que me supuso el anterior Land of the Free II, que no fue sino el final de una saga de lanzamientos mediocres. Hoy los chicos de Kai Hansen entran en el año de su vigésimo aniversario con fuerzas renovadas. Esperemos que por muchos años más.
[Rating:8.5/10]