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Rhapsody of Fire ‘The frozen tears of angels’

Han sido necesarios varios años para que una de las bandas más reconocidas de la escena power metalera pudiera deshacerse del aplastante yugo de la discográfica de Joe DiMaio. Tras una larga batalla legal que ha mantenido a ROF en el dique seco, por fin han conseguido liberarse de las cadenas que los mantenían atados a Magic Circle Music, y tras firmar por Nuclear Blast, vuelven a la actualidad metálica con este lanzamiento que, sin alcanzar sus máximos éxitos, satisfará a los numerosos fans que han estado esperando durante años.

Tras una breve pero necesaria intro, Luca Turilli comienza a sacar a pasear sus dedos en ‘Sea of Fate‘, un tema clásico y bastante efectivo. Multitud de arpegios, gran presencia de teclados, aunque sin caer en un recargamiento excesivo, una potente base rítmica y un Fabio Lione al que el paso del tiempo no ha hecho perder sus cualidades. Un comienzo prometedor, que no tiene toda la continuidad deseable en ‘Crystal moonlight‘, un tema más enfocado a un power oscuro y menos pegadizo que el resto.

La grandiosidad del pasado asoma en ‘Reign of terror‘, uno de esos temas en que ROF despliegan todos los recursos de que disponen. Coros a todo volumen, teclados celestiales y orquestaciones salvajes dejan un tema redondo, recordando a los viejos himnos épico-sinfónicos que los llevaron a la cumbre. Otro de los clásicos marca de la casa son los temas de claro corte folk. En este caso, ese tema es ‘Danza di fouco i ghiaccio‘, en el que son las flautas, guitarra española y demás instrumentos tradicionales los que acaparan protagonismo. Aun siendo el tema lento, no resulta del todo aburrido.

Tras este breve intermedio, las cosas vuelven a su sitio natural en ‘Raging starfire‘, otro clásico castañazo de puro power sinfónico. Sigue otro de los imprescindibles: la balada épica. ‘Lost in cold dreams‘ responde a las expectativas en este campo, aunque sin nada más destacable que los coros del estribillo y, quizá, el solo. En ‘On the way to Ainor‘ encontramos un enorme despliegue de virtuosismo acompañado de más coros. Se nota que nos acercamos al final, y todo va en aumento. Y ese final llega con el tema que da título al disco. Un tema maratoniano en que encontramos algunas propuestas algo más arriesgadas tanto a nivel vocal como en los riffs elegidos, que se alejan por momentos de lo acostumbrado.

En resumen, creo que, si bien no ha sido el discazo que se pregonaba, sí es un retorno más que digno después de unos tiempos muy oscuros en la vida del grupo. Turilli y los suyos han sabido renunciar a los excesos de sus últimos trabajos, que en algunos casos llegaron a lo hortera, y manteniendo sus señas de identidad han conseguido un disco que les devuelve al status de referente del power metal que abandonaron al bajar a los infiernos Dimaianos.

Ese cambio a mejor lo podeis ver ya en la portada, en la que sin renunciar a la temática draconiana, ha mejorado (e inclsuso madurado) mucho la estética. Si a todo eso añadimos una producción más que notable de los ya clásicos Sascha Paeth y Miro hacen de este disco uno de los imprescindibles del año.

[Rating:9/10]

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