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Magnum ‘The Visitation’

Que Magnum son una de las bandas más grandes del AOR lo sabe todo hijo de vecino. Que sus últimos trabajos en estudio han perpetuado una brecha entre sus fans, también. Llamadme raro, sordo o canalla, pero ni ‘Princess Alice and The Broken Arrow‘ ni ‘Into The Valley Of The Moonking‘ llegaron a cautivarme, y pasaron sin pena ni gloria por mi humilde montaña de contenido musical. No creo que la banda sufra de desgaste, ni sus discos apresuren los minutos para salir del horno; Magnum siempre han cuidado los detalles reflejándose esto en su evolución técnica y sonora. De los roces más clásicos que recuerdan a su intachable trilogía ochentera, pasando por los ramalazos metálicos a lo ‘Brand New Morning‘, reincidiendo en su carácter épico/dracónico hasta llegar a calificar su magia de progresiva. En este aspecto, no podemos achacar ninguna pega a los viejunos isleños, no obstante, hay algo que falla en la familia de Catley, Clarkin & Cia.

The Visitation‘, nuevo álbum en estudio de la banda y disco a analizar en las siguiente líneas, llega acompañado de una multiplicada promoción y también bajo la nunca olvidable incógnita de si podrá aplacar la sed de los fans o si se convertirá en otro trabajo de usar, disfrutar, tirar y lamentar.

Bajo esta premisa de batalla acogemos este nuevo material que bajo una meditada conclusión acaba lamentablemente manteniendo viva la llama de la curiosa maldición que comento. Producción impecable, guiños técnicos y ornamentísticos por doquier, un Bob Catley para quien el tiempo parece haberse detenido y una agradable sensación de que todo lo que escuchamos pertenece a unas leyendas del género. A simple escucha no parece que ‘The Visitation‘ arrastre ningún pecado, pero es en su profundidad donde comenzaremos a percibir tanto las carencias que merman la intención del álbum como muchas de las virtudes que ya he listado.

Hay un problema de base y este se esconde en el núcleo de las canciones. Si bien Tony Clarkin aún sabe crear maravillas como ‘Wild Angels‘, corte que se acerca al sonido Magnum que todos esperamos, o la oscura y complaciente ‘Dark Skies‘ (tremendo el riff de guitarra) creo que la inspiración del sombrerero no dispone de una muy buena salud. Falta gancho, en ocasiones echamos de menos algo más de velocidad, de estructura, de esa chispa que la banda generaba en cada disco de estudio. ‘Doors To Nowhere‘ es claro ejemplo de esta herida: Un corte con muy buena intención, ejecución y tradición pero que se queda coja por no poder despertar pasión alguna en el fanático. ‘The Last Frontier‘ o ‘Tonight’s The Night‘ son dos lentos que transcurren sin pena ni gloria, con un Catley que se esfuerza para que cada segundo parezca una nueva aventura pero que se queda a merced de una mediocridad audible en más ocasiones de las que desearíamos. ¡Ojo! Que el disco no es malo, ni deseo que quienes lean este análisis piensen que no he disfrutado con la escucha del conglomerado rockero, solo creo que hay una notoria falta de magia en todos los bordados de Clarkin, y que aunque el saber hacer y las tablas de los propios Magnum conviertan cualquier corte pseudo-fatídico en algo perfectamente encomiable, creo que los británicos deberían de sentarse y charlar sobre cómo escribir las partituras.

Los acérrimos de la banda encontrarán en ‘The Visitation‘ una nueva excusa para tratar con unos casi jubilados magos del rock. Yo he aprovechado la ocasión y de seguro volveré a sumergir mis tímpanos en su nuevo mundo de melodía, virtuosismo y elegancia. Para la próxima, si es que se animan con otro crudo, espero que por fin hayan encontrado el botón rojo del ‘Sobresaliente’ que siempre han llevado bordado consigo.

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