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Michael Monroe en el Virgin Oil, Helsinki

De nuevo desde Finlandia, en esta ocasión con el Virgin Oil como escenario de fondo, y como banda, los tan insaciables [como su público], y también irrepetibles, Michael Monroe.

A eso de las diez de la noche se abrían las puertas de la sala, y la gente comenzaba a entrar ansiosa por ver a su frontman, Matti Fagerholm (Mike Monroe) y su grupo: Steve Conte a la guitarra, Sami Yaffa a cargo del bajo, Dregen como segundo guitarrista y Karl Rockfist dándole fuerte a la batería. Salían al escenario dos horas después, y frente a una sala que ya estaba ardiendo antes de comenzar el concierto, y que se sobrecalentó según fue avanzando la noche. El grupo fue recibido por empujones, gritos y un público cargado de adrenalina.

Siempre me seguirá flipando la cercanía de los fineses a su público, y sus pares de huevos, porque sentarse sobre los altavoces, al borde de un escenario sin barreras, y con un público enfebrecido cantando y deseando acercarse lo máximo posible, no es algo que pueda hacer todo el mundo.

Crónica y fotos de Michael Monroe en el Virgin Oil, Helsinki
‘Después de saludar nos dieron su primera sacudida de buen rock con la recién estrenada ‘Ballad Of The Lower East Side’. A partir de ahí le siguió un buen repaso a su aclamado ‘Sensory Overdrive’. Fotografía: JessyKiller

Después de saludar nos dieron su primera sacudida de buen rock con la recién estrenada ‘Ballad Of The Lower East Side‘. A partir de ahí le siguió un buen repaso a su aclamado ‘Sensory Overdrive‘ (2011), con canciones como ‘Bombs Away‘ o ‘Trick of the Wrist‘. Entre el setlist no faltó un recordatorio a Hanoi Rocks, algo que los fans agradecemos. Cayeron éxitos como: ‘Motorvain‘ o ‘Back To Mistery City‘. Hicieron un hueco para versiones como ‘I wanna be loved‘ de The Heartbreakers. Y tampoco faltó alguna que otra sorpresa, como la interpretación, casi en exclusiva, al ser esta una de las primeras veces que la escuchamos, de otro de los nuevos temas del que será su nuevo disco, ‘Horn and Halos‘.

Cuando abandonaron el escenario por primera vez el público pedía más, y si nos descuidamos aún seguimos en la sala. No había forma de parar de saltar, y el grupo no parecía querer dejar de actuar durante toda la noche. Fue lo que podríamos definir como… ¡la hostia!

En conjunto resultaron dos horas cargadas de buen rock, y mucha tensión en el ambiente, que fue tan explosivo como su cantante, el cual nos sorprendió nuevamente con su vitalidad, encaramándose a la barandilla de las escaleras sobre nuestras cabezas, y demostrando que posiblemente el tiempo pase, pero él sigue siendo el mismo punkarra loco e hiperactivo de siempre.


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