La noche del pasado viernes pudimos disfrutar de una selección de lujo en cuanto a formaciones nacionales se refiere. Con la excusa del paso por Valencia de la gira nacional de los madrileños Vita Imana, presentando su nuevo disco ‘Oceanidae‘, se añadieron a la fiesta otras cuatro bandas, completando un cartel verdaderamente temible. Solo las condiciones de la sala y los horarios hicieron desmerecer un poco el evento.
Los primeros en salir a batirse el cobre, con más de una hora de retraso sobre el horario previsto, fueron los setabenses Noah Histeria, formación que hemos conocido hace poco, pero que ya nos ha causado una gran impresión con su primer EP (comentado aquí). Sin duda, eran los que más difícil papeleta tenían, no solo por su juventud, sino porque su ecléctico art rock con toques progresivos se alejaba bastante del patrón más cañero del resto de bandas. Aun así, salieron al escenario sin complejo ninguno. Y lo cierto es que me sorprendieron con un sonido potente, con más protagonismo de las guitarras y alejado de la delicadeza que muestran muchas partes de su EP. Con ese plus de garra y el talento que atesoran consiguieron arrancar un buen puñado de aplausos de un público que, como digo, venía a escuchar en principio a bandas más tralleras. No perdáis de vista a estos chicos, porque pronto traeremos novedades de peso sobre ellos.
A continuación comparecieron los valencianos Nodriza. Una banda que ya teloneó a Vita Imana en su anterior incursión por estas tierras y cuyo estilo, lo reconozco, no es lo mío. Su sonido navega por un mar de influencias de sonidos modernos, que van desde el metal alternativo, el metal progresivo más actual, partes que mezclan metal y rap… Una amalgama que, pese a mi opinión personal, atrae a una masa de seguidores fieles y entregados. Las condiciones en las que tocaron tampoco fueron las mejores, pues incluso Adriá, el batería, tuvo que pedir que apagaran un foco que apuntaba directamente a su cara, cegándole. Recordamos además que el grupo sigue buscando guitarrista permanente, motivo por el cual Gus de Skill To Kill ocupó el puesto, como ha venido haciendo en los últimos meses.
Sin duda, uno de los momentos álgidos de la noche fue la aparición de InMute. Había ganas, puesto que era su primera aparición en casa después de haberse proclamado vencedores de WOA Metal Battle Spain y eso se notó en una gran presencia de público. Y como era de esperar, el quinteto desató una auténtica tormenta sonora en la sala. Hasta el punto que muchos salimos con los oídos pitando salvajemente. Sobre el escenario mostraron fiereza y evolución como conjunto, algo que seguro valorarán los jueces de Wacken. Por desgracia, toda esa fuerza se convirtió en un sonido con mucho más volumen que definición, de manera que no pudimos disfrutar plenamente de su show.
Peor suerte aun corrieron los madrileños Somas Cure. No solo tuvieron que lidiar con la ligera desbandada que hubo en la sala tras el paso de los héroes locales, sino que además su configuración de sonido fue literalmente borrada de la mesa de sonido segundos antes de comenzar la actuación. Aun así, y dado que no había otra, se recompusieron y desplegaron un setlist que fue de menos a más, combinando caña y melodía en la voz de Txema hasta ‘Colisiones‘, el momento más pausado de su actuación, y a partir del cual se desató su lado más salvaje.
Y llegó el momento álgido de la noche. Eso sí, tuvimos que esperar otros 45 minutazos, adentrándonos ya en lo profundo de la madrugada. Sobre el escenario, Vita Imana se disponían a presentarnos en condiciones su nuevo trabajo, ‘Oceanidae‘, aunque para hacerlo tuvieron que superar un primer escollo consistente en la rotura de uno de los cables. Tampoco facilitó las cosas el asfixiante calor acumulado durante horas de traqueteo metalero. Por supuesto, la iluminación siguió siendo deficiente, y el sonido, muy mejorable.
Pese a todo, los madrileños demostraron que su mala hostia musical solo se ve superada por una actitud sobre las tablas impecable. Tras un comienzo marcado por los temas del nuevo disco, esta vez se adelantó uno de los himnos del grupo ‘Gondwana‘ que, junto con el que había sonado justo antes, ‘Ablepsia‘, consiguieron sacar lo primitivo que llevamos dentro a base de mezclar grooves y percusiones salvajes. Como siempre, Javier Cardoso se hizo amo y señor del escenario, intercalando saltos, movimientos por todas las tablas y momentos en los que compartió el micro con fans y amigos que no dudaron en sumarse a su voz.
En definitiva, una velada que podía haber sido muy grande, y que vino a menos por las deficientes condiciones organizativas y de la sala. Es una pena que el recuerdo que las bandas se lleven de esa noche esté empañado por fallos que nunca debieron ocurrir. Solo espero que en el futuro próximo estas cuestiones queden como una anécdota y podamos centrarnos en contar lo bien que lo pasamos disfrutando de la música que nos gusta.
Fotografías: Reaktiu