Desde ‘Liebe Ist Fur Alle Da‘, lanzado en 2009, Rammstein no ha sacado material nuevo más que el single ‘Mein Land‘ para su álbum recopilatorio ‘Made in Germany‘ y la versión en piano de su aclamada ‘Mein Herz Brennt‘ (Mutter, 2001). Desde entonces, los fans más acérrimos de la banda (entre los cuales me incluyo) hemos echado de menos las creaciones de los teutones más famosos de la escena del metal. Sin embargo, Till Lindemann, cantante de la formación, guardaba un as en la manga.
Su colaboración con el también polifacético Peter Tägtgren (Hypocrisy, Bloodbath y Pain, entre otros) nos trae ‘Lindemann‘, un proyecto paralelo e igualmente transgresor como los trabajos que Till estaba acostumbrado a hacer con Rammstein. ‘Skills in Pills‘, título del primer álbum que esta pareja nos trae, juega con la baza de la popularidad de sus dos miembros, aunque también con el listón bastante alto que nos han dejado sus anteriores obras. Así pues, me dispongo a sumergirme de lleno en él.
El disco abre con un tema homónimo, en el cual podemos apreciar que es una especie de retorno a las raíces de Rammstein respecto a la importancia de las bases electrónicas, pero se diferencia al ser también más fiestero, más movido y no tan fiero y oscuro como fueron los primeros álbumes de su discografía (Herzeleid y Sehnsucht, especialmente). También podemos apreciar que Till ha dejado el alemán para pasarse al inglés, algo que a muchos fans les ha disgustado sobremanera, pese a que no tiene mayor importancia. Respecto al tema, es un buen primer corte, donde la dosis de metal es ínfima en relación a las bases electrónicas creadas por Tägtgren, que son las que cobran más protagonismo (recordar que el sueco es el encargado de todo el apartado musical, incluída la batería programada),
‘Ladyboy‘ sigue la misma línea: una combinación floja respecto a lo que acostumbran ambos artistas que da como resultado composiciones más sencillas y comerciales. Los pocos destellos de brillantez apreciables en el instrumental quedan eclipsados por la excesiva sencillez de las letras (los estribillos pueden resultar demasiado ñoños e infantiles numerosas ocasiones…), y es que el nivel de composición en las letras de Till Lindemann brilla por su ausencia en esta ocasión.
Los siguientes temas, como ‘Fat‘, ‘Fish On‘ y ‘Children of the Sun‘ repiten la fórmula: intentos de ser los chicos malos de la escena, con la temática obscena como estandarte (numerosos símiles sexuales, juegos de palabras, etc.), pero sin la potente carga metafórica con la que Lindemann adornaba sus trabajos antaño. Quizá esté pecando excesivamente al comparar su obra con sus otros álbumes, pero teniendo en cuenta la talla de ambos, me resulta complicado ignorar este incomprensible bajón de calidad.
«Un primer paso con tropiezo debido a las numerosas carencias que muestra (especialmente en el plano lírico, ya que musicalmente considero que cumple)»
Hasta los intentos de balada como ‘Home Sweet Home‘ pecan de originalidad y de gancho, dejando tras de sí un rastro de buenas intenciones pero que se quedan cortas a la hora de alcanzar las cotas que habían marcado con tanto teaser y snippet (pequeños fragmentos de las canciones que salieron a la luz poco antes de la salida a la venta del disco), inflando soberanamente el hype del público. ‘Cowboy‘ es la única canción hasta el momento que consigue hacerme tararear el estribillo, aunque en el plano general es más de lo mismo.
‘Golden Shower‘ abre como el corte más metalero hasta ahora, solo que conforme se pueden apreciar las letras empieza a decaer y a mostrar de nuevo un espíritu preadolescente, con ganas de ofender pero todavía demasiado infantil. ‘Yukon‘ suena algo más macabro con unas notas de piano que acompañan las primeras frases y desembocan en un estribillo menos movido que los mostrados en los anteriores temas, pero con más personalidad al fin y al cabo.
‘Praise Abort‘, canción que fue la elegida como single del álbum y de la cual se hizo un videoclip (muy a la línea de Rammstein, de la mano del director Zoran Bihac, artista con el que habían colaborado en varias ocasiones en el pasado) es sin duda una de las más llamativas de ‘Skills in Pills‘, aunque con la misma calidad en la composición de las letras. ‘That’s my Heart‘ cierra el LP bajando de revoluciones, con la canción más melancólica y natural que podemos escuchar del dúo.
En mi opinión, el disco es un primer paso con tropiezo debido a las numerosas carencias que muestra (especialmente en el plano lírico, ya que musicalmente considero que cumple). De humanos es errar y de sabios corregir, ¿no? Probablemente, Lindemann será el proyecto comercial y simplón pero aun así controvertido e irreverente con el que Peter y Till van a jugar a partir de ahora, y es que a partir de esto, solo queda disfrutar sin esperar grandes sorpresas de este ‘Skills in Pills‘ y esperar un futuro trabajo para ver qué camino sigue esta pareja.
Si te gusta Pain y Rammstein por igual, Lindemann te gustará. El instrumental puede resultar algo repetitivo en ciertos momentos, pero es uno de los puntos fuertes del álbum.
No aporta nada nuevo, ya que como he dicho antes, es como juntar Pain con Rammstein. Además, las letras, pecan de ser excesivamente planas y sencillas. Pese a que tenga esos toques de sarcasmo mordaz y los temas tabú sean su referente principal, resultan quizá algo poperas e insuficientes para los más exquisitos y exigentes.