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Act of Defiance ‘Birth and the Burial’

Después de la inesperada salida de Megadeth por parte de Chris Broderick y Shawn Drover, se comenzó a especular sobre la nueva formación de la banda liderada por Dave Mustaine. Por otra parte, el éxodo de la pareja tiene como consecuencia la creación de un nuevo grupo, Act of Defiance. A Drover y Broderick se les suman Henry Derek Bonner (cantante de Thrown into Exile) y Matthew Bachand (bajista de Shadows Fall). Su primer trabajo, un LP titulado “Birth and the Burial”, veía la luz el 21 de agosto a través de Metal Blade Records, y va a ser objeto de degustación para mis oídos y víctima de reseña para La Estadea.

El primer contacto que tuve con la banda fue a través del videoclip que lanzaron a finales de junio, que resulta ser el primer corte del disco, “Throwback”. Este se muestra devastador desde el primer segundo, con una increíble intro de Broderick, que por fin da rienda suelta para explotar su gran técnica y creatividad tras varios años “en cautividad” de Megadeth. El posterior riff es acompañado por el resto del instrumental en un conjunto que suena contundente y agresivo. La voz de Henry tiene ese toque moderno, influencia del core (principalmente de su otra banda), y es algo que se puede apreciar sobre el segundo minuto del tema, con un breakdown y la entrada de una voz más limpia. En esta secuencia, la batería machaca ganando notoriedad, cediéndole el paso a Broderick, deleitándonos con un buen solo.

Legion of Lies” abre también rabioso, dejando detalles a la hora de bajar las revoluciones, con pasajes más melódicos. Un interludio instrumental más pausado (aunque con la metralleta del doble bombo repartiendo cera) en el segundo minuto desemboca en otro solazo de guitarra, aunque la canción no ofrece muchas más novedades.

Llega el turno de “Thy Lord Belial”, arrancando con un primer segmento muy thrasher al que solo le falla la voz para completar el combo. Junto a momentos de la pieza que recuerdan más al groove/core mainstream y algún que otro solo “made in Broderick”, tenemos esos arreones acelerados (que es, según mi opinión, el único argumento que tiene la banda para denominarse con la etiqueta de “thrash metal”). Sin embargo, esto puede saber a poco para los más puretas del thrash, dejando con la miel en los labios esas embestidas que, de haber tenido un papel más preponderante en la composición, hubieran hecho las delicias de muchos.

Refrain and Re-Fracture” tiene una intro de guitarra acústica a la que sigue una eléctrica. La batería entra poco a poco y abre con un tema pesado pero con un tempo más reducido respecto a lo que hemos podido escuchar hasta ahora. El estribillo suena muy estilo metalcore, siendo esta una de las piezas más flojas respecto a la estructura, quizá demasiado básica. Como mucho, destacaría el cambio de ritmo del 3:27, que se agradece después de un pasaje realmente monótono, y que acaba (cómo no) con otro breve solo de Broderick, que picotea de forma selectiva sus momentos de protagonismo.

Después de los seis minutos más flojos del disco, llegamos al ecuador de este de la mano de “Dead Stare”, cuyo inicio recupera los riffs afilados. La combinación del riff posterior con la voz de Henry queda genial, todo aliñado con sus correspondientes solos. Aun así, poco a poco se va desinflando antes de llegar al segundo minuto, bajando de nuevo la intensidad y ofreciendo pasajes melódicos sin demasiada chicha.

Disastrophe” tiene una caótica introducción que parece hacer recuperar el ritmo del comienzo del álbum. El conjunto tiene un resultado abrumador, muy de menear la cabellera al impasible ritmo de los parches. La fórmula no es muy ambiciosa y tampoco peca de compleja, pero es una muestra de que con poco pueden hacer mucho. Todo lo contrario es “Poison Dream”, que tiene un pasaje inicial de viola y piano, un detalle más experimental y sinfónico que deriva en unos instantes dulces para el oído. Sin embargo, a partir del cambio, no hay ningún otro detalle que haga despuntar este tema respecto al resto más que un breve fragmento dominado por el bajo hacia el 2:20 y una outro donde reaparecen la viola y el piano.

El último tercio del LP arranca con “Obey the Fallen”, empezando grave y tétrico de la mano de Matthew en el bajo. El riff que le sigue tiene su miga, y la voz suena más limpia y enérgica. Los cambios de ritmo otorgan frescura a la composición, pero sin grandes alardes. La penúltima pieza se titula “Crimson Psalm” y de nuevo tiene un comienzo potente que se queda a medio camino, aspirando a thrash y quedándose en groove melódico. El último corte lleva el mismo nombre que el álbum, y abre de una forma muy similar al Children of the Grave de los Sabbath, pero con un bajo que suena más ancho y contundente. Los patrones se mantienen, aunque con un tempo reducido.

LO MEJOR

La mejor versión de Chris Broderick, recuperada después de haber vivido a la sombra de Mustaine en lo que a composición musical se refiere. Algunos riffs muy bien ejecutados y gran cantidad de solos a disposición del oyente.
Geniales momentos de compenetración de la banda, con algunos pasajes muy bien pulidos que parecen obra de una banda ya experimentada en trabajo conjunto

LO PEOR

Aunque como he dicho tienen fragmentos geniales, la influencia del core deja otros mucho más simplones que hace decaer el fenomenal nivel técnico.
Los inicios, muy prometedores (de las canciones, pero también del álbum en conjunto) contrastan demasiado con el resto de las piezas, que se van apagando progresivamente y no alcanzan el listón tan alto que ponen en ciertas ocasiones.
Puede resultar algo soso y vacío para los más puretas, especialmente aquellos que se esperaban un Megadeth 2.0 por parte de Broderick. En vez de eso, tenemos un cocktail que junta la experiencia Nevermore de Broderick junto a trazas de thrash, groove y metalcore


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