Islandia.
Una pequeña isla al noroeste de Europa lamida por el Círculo Polar Ártico. Un país que sobrepasa ligeramente las trescientas mil personas. Por sus venas corre la misma sangre que hace mil doscientos años corría por las venas de los intrépidos navegantes noruegos que la colonizaron. Y es posible que ese espíritu que les empujó a surcar un océano desconocido y lleno de peligro, sea el mismo que en pleno siglo XXI les lleve a ser uno de los pioneros en ciertos campos relacionados con la producción cultural.
En lo tocante al campo del rock y del metal, es increíble la cantidad de proyectos musicales que están sacando en los últimos tiempos. Más meritorio es todavía, si el nivel medio de calidad y originalidad de sus propuestas es más que alto.
Con Zhrine nos encontramos ante un nuevo ejemplo de lo que estoy comentando. Una vez más, tenemos que rendirnos ante la evidencia de la sobresaliente calidad que ofrecen en esta obra. Es muy probable que después de haber escuchado su álbum ‘Unortheta‘ estés de acuerdo conmigo.
Aunque este es su debut con Season of mist, los cuatro componentes del grupo – Ævar Örn Sigurðsson al bajo, Stefán Ari Stefánsson a la batería, Nökkvi Gylfason a las guitarras y Þorbjörn Steingrimsson a la guitarra y la voz – ya llevaban un tiempo actuando juntos. Primero practicando death metal bajo el nombre de Gone Postal, con el que publicaron un álbum y algunas demos. Posteriormente cambiarían por Shrine el nombre de la banda, para dejarlo, desde el año 2015, definitivamente en Zhrine. Y con el cambio de nombre vino también el giro estilístico en lo tocante al aspecto musical, virando en una dirección que orbita alrededor del black metal.
Por eso podemos decir que este es su “debut” en toda regla, al menos de cara a un público internacional.
Lo primero en que uno se fija es que este trabajo se compone de siete temas que despachan en algo menos de cuarenta minutos. Contando con que en este tipo de bandas, los discos tienden a llegar fácilmente a la hora de duración, lo que uno intuye es que han querido evitar cualquier percance y han ido a acertar el tiro sin posibilidad de error. Nada de relleno. Publicaron aquello de lo que estaban seguros.
Y vaya si lo han hecho.
El álbum funciona de forma sublime. Si llegan a decidir hacer un disco de un solo tema dividido en siete movimientos, hubiese colado completamente.
‘Unortheta‘ es un continuo relevo entre pasajes más tranquilos, tenebrosos y decadentes con otros en los que desatan a la bestia black que llevan dentro y no dejan títere con cabeza. Los describo como tranquilos, pero no es una tranquilidad complaciente, si no una amarga y tensa, como el chasquear de las brasas moribundas de un incendio que muere dejando un paisaje desolado a su alrededor.
Estos ciclos se repiten continuamente a lo largo del todo el disco, y las partes más agresivas suelen enlazarse con maestría y muy buen gusto con las más ambientales, sin que decaiga en ningún momento la sensación de que nos encontramos ante un álbum lóbrego y opresivo. Y sin ninguna duda de metal de alto octanaje.
Todo el trabajo está dotado de una atmósfera nihilista, tétrica y decadente. Los textos, cortos y las frases, lapidarias. No hay sitio ni redención para el ser humano como ente social. La esperanza no habita aquí. No necesitan extenderse mucho para dejarnos esto claro.
Dentro de este juego entre contundencia demencial y pausados desarrollos sombríos, la banda se dedica a entrar y salir de un estilo a otro según les place, siempre dentro de los cánones de la música extrema, y con el black metal como base sobre la que ir añadiendo el resto de ingredientes. Llama la atención lo bien que quedan a las voces los diferentes registros, uno gutural bastante grave, de fraseo lento, que ninguna banda de death/doom desdeñaría para sí. Otros que pertenecen más al propio del black, con voces algo más agudas y desgarradas. Desde luego el apartado vocal les da mucha apertura de miras, porque es capaz de tocar diversos géneros y hacerlo bien en todos. El dañino ambiente generado por las guitarras, un bajo riquísimo y plagado de distintos recursos, y una batería con un sonido y un equilibrio entre contundencia y ritmo perfectos, terminan por redondear un álbum por encima de la media.
La verdad es que los adelantos que han ido ofreciendo daban muy buena espina. Todos los temas tienen una esencia en común que los une, y a la vez cada uno tiene su propia idiosincrasia y personalidad y aporta un toque distinto compartiendo la raíz común.
Con su primer corte, ‘Utopian warfare,’ ya ponen el listón muy alto. Es un tema que durante su primera parte viene a ser tremendamente atmosférico y melancólico, llevado por un sonido muy post metal en guitarras y una fúnebre batería, pero que en su segunda mitad desata un verdadero vendaval black, con todos los ingredientes que los amantes del género querrían escuchar: rítmica a saco, gutural, trémolo y reverb. Un tema redondo.
Luego viene ‘Spewing gloom‘ y nos direccionan la mirada al vacío existencial a una velocidad abrasadora y con una contundencia salvaje. Una batería sobresaliente te arrastra durante el tema y cuando ya te das más que por satisfecho, van y se sacan de la manga un final muy atmosférico con un sonido de cello del que sacan un sonido realmente escalofriante. Te vuelven a golpear con todo en el inicio de ‘The syringe dance‘, tema que en su desarrollo se aleja un poquito del black más ortodoxo, y es que, como ya dijimos, andan continuamente saltando de un género a otro con inaudito desparpajo.
‘World‘ es un tema brutalmente tétrico, como si la banda sonora de la peor de las pesadillas se estuviera desarrollando en tus oídos. Poca es la parte cantada, pero si la hubiesen dejado instrumental les hubiera quedado igualmente niquelada. ‘Empire‘ hace malabares con el doom y el blackened death, sin andarse muy lejos de ser unos Behemoth islandeses. ‘The earth inhaled‘ empieza lento, se dispara y luego toma una velocidad de crucero más cercana al doom. La propia ‘Unortheta‘ echa el telón al álbum en otra sesión de su black que te dejará sin aliento. ‘A glimpse of light is all that takes to illuminate the darkness‘ reza el tema. ¿quedará algo que mantenga viva nuestra fe en el hombre?
Independientemente de factores individuales de cada corte, lo más importante es que los temas funcionan geniales y que sin ser en absoluto asequibles, han conseguido que entren muy fácilmente desde la primera escucha.
La producción, realizada por Stephen Lockheart, está perfectamente adaptada a los objetivos emocionales del álbum. Todo está muy bien ensamblado y no cae en la trampa de la sobreproducción. Toda la instrumentación está reverberada, dando la sensación de que el sonido nos llega desde el fondo de una húmeda gruta, añadiéndole un halo pernicioso, nocivo y misterioso.
Como broche final, un diseño artístico llevada a cabo por el prestigioso Zbigniew Bielak, consigue que el conjunto brille en todos los aspectos.
Si no quieres comprender nada ni a nadie, si simplemente quieres que todo se acabe, con ‘Unortheta‘ de Zhrine lo conseguirás durante sus cuarenta minutos.
Lo mejor
- El equilibrio entre caña y atmósfera y la fluidez conseguida sin perder un ápice de fuerza en todos los temas.
Lo peor
- Se me quedo un poco corto. Me quedé con ganas de más… Aunque ahora que lo pienso, eso también puede valorarse como algo bueno…