Tras una demo de 2.011 y la salida de un potente EP en 2.013 titulado ‘La Sombra Del Arbol‘, Nodriza evolucionan su estilo de entonces, algo más urbano o neoyorkino, dentro de sus cánones del rap metal o el hardcore de los ’90, a una proyección mucho más elegante, dura, concreta, profunda y sobre todo, madura. Pero como decimos, manteniéndose fieles a sus raíces, apostando por una evolución y un crecimiento apabullantes. Si su anterior EP podía comenzar al más puro estilo «Blind» de unos Korn aún desconocidos, y llevándonos después a las sendas de Downset, unos primeros Deftones en «Adrenaline» o incluso a las métricas vocales y los tonos graves de Kase O. en Violadores del Verso, hoy los Nodriza nos ponen de nuevo los pelos de punta llegando a los niveles de Tool o de unos Deftones con 20 años ya de carrera y experiencia a sus espaldas. Pero nada de copias seriadas como las que hoy abundan, todo muy personal, cuidado y tremendamente ejecutado en conjunto, desde los riffs más potentes y las melodías envolventes hasta los tempos, los constantes altibajos o las inconfundibles voces de Víctor Bellot, que lo llenan todo. La cubierta también respira originalidad y una imagen muy bien cuidada, a manos de uno de los diseñadores gráficos catalanes que más están despuntando dentro de la escena como es Branca Studio.
Empezamos pues con el análisis de este discazo, que a pesar de rondar los 45 minutos, se hace aún más corto a la escucha, dinámico, interesante, muy variable y que está totalmente lejos de poder llegar a aburrirte. Introduciendo con notas algo orientales y que avecinan una batalla intensa, de repente entran las cortantes y sucias distorsiones jugando con la peculiar manera de cantar de Víctor, con una rabia e intensidad que quitan el hipo, alternando melodías más suaves y tan pegadizas en los estribillos, que acaban siendo una delicia. Quizá sea ese uno de los puntos fuertes de la banda, su capacidad para contrastar con partes tranquilas y descargas totalmente brutales que desprenden agresividad, y de eso, está repleto este primer tema, con una letra que habla sobre la superación personal y los miedos, porque de lo que también puede presumir este disco es de contener unas interesantes historias y reflexiones, profundas y alejadas de los tópicos. El segundo tema entra casi sin darnos cuenta del cambio, la intensidad perdura, apoyada de unos rasgados a la guitarra extraídos parece, de cualquier buen álbum yankee de finales de los ’90. Y otra vez, a los dos minutos y medio de la descarga, la intensidad vuelve a bajar, descansamos, y en pocos segundos, zasca, otra vez las voces vuelven a sorprendernos. Si hay algo que verdaderamente nos llama la atención extrayendo los matices de las canciones de este álbum, es que hay mil influencias, mil ritmos, todos impregnados de groove, pero muy difíciles de clasificar. Muy suyos, y esa es la baza con la que juegan, y con la que ganan.
‘Escucha Al Frío‘ es un señor temazo instrumental, que recuerda inevitablemente a una pieza que a mi, personalmente siempre me ha vuelto loco, la melodía «post» y «apocalíptica» de la banda sonora del compositor John Murphy y que acompañó la soledad de Cillian Murphy deambulando por un desértico y moribundo Londres en «28 Días Después«. Lo mejor de todo es que cuando escuchas esta canción, las frías connotaciones son las mismas pero no idénticas, las disfrutas igualmente y te llevan por un viaje paralelo lleno de sensaciones, así que señores, otra vez chapeau.
De nuevo empezamos otro corte, siguiendo la estela de siniestralidad y oscurantismo del que veníamos… tiempos lentos, con voces de pesadumbre arrastrando las notas pero reflejando el brillo de otro de los diamantes en bruto del grupo, su guitarrista Javier Moltó. Esta pieza quizá sea la más profunda arrastrada a la depresión y a la pesadez sonora, como decimos iluminada por acordes más optimistas y llevada al extremo en cambios de estado de animo, y de estructuras. Este ‘Orgullo Vacío‘ contiene también algunos riffs que de repente viajan a terrenos mas heavys, incluso clásicos, pero no os asustéis, en los 5 minutos y medio que dura la canción, los sonidos duros de las cuerdas pueden sonar por momentos a djent, y después volver a tener un aire sinfónico. Loco, ¿verdad? Pues sí, pero así es como suenan y por supuesto respirando en todo momento la dureza y la elegancia de su metal y de su groove. Tras este relax comprendido en dos canciones, vuelven a subir los bits y la crudeza, con los medios tiempos de Adriá Puchalt ejecutados a la batería de una manera totalmente potente, una llamada a la guitarra que anuncia tralla y de repente, brutal intensidad marcada por las voces, con esa manera de rimar las estrofas tan personal que tienen y que sin duda ayudan a darle aun si cabe más ritmo y juego a las composiciones. Altos y bajos en las estrofas, subidas y bajadas a desproporción pero perfectamente ensambladas, tanto en las baterías como en las voces y unos cambios de registro a la hora de berrear que te dejan perplejo. En este ‘Como Perros De Paja‘ cerrando el ecuador del disco dejan claro que tienen mucho que aportar y que su mezcla de armonía y rabia, simplemente engancha.
De nuevo vuelven las melodías bellas a las cuerdas, tanto al bajo como en la rítmica. ‘Corre Fuerte‘ encaja musicalmente con lo que nos dice su titulo, habla sin palabras y comunica de nuevo ese instinto de superación y de echar a volar mediante notas, poniendo en práctica una gran creatividad compositiva, una buena producción y geniales arreglos en el sonido. Llama la atención que este sexto tema sea también instrumental, el segundo del disco, teniendo en cuenta que tienen un vocalista como la copa de un pino. Aunque si por unos momentos lo echáis de menos, no os preocupéis, en el siguiente tema vuelve a lucirse a cuenta. Atrás queda otro descanso instrumental, que no por ello menos intenso, y vuelven a dar paso a la fuerza en ‘Gracias Por Existir‘, séptimo corte que vuelve a mezclar influencias en menos de cuatro minutos, referencias kornianas de sus primeros discos, sucias y arrolladoras, crudas, también con mucho groove, por supuesto, y una estrofa concreta que vuelve a coronar el peculiar estilo de Víctor con las voces. Medios tiempos y mala leche, intensidades altas y bajos gordos, dobles bombos aplastantes y adornos a las cuerdas con armónicos chirriantes que te llevan a parajes más extremos, contrastados siempre, y en este caso contraatacados con aires de Ænima.
‘Seductora Esclavitud‘ vuelve a las melodías y retorna los estribillos agresivos que tanto nos gustan, pero básicamente es un tema sin altas velocidades, con fuertes cambios e intensos pasajes, duros pero sin perder el norte, siendo este una dinámica precisa de ritmos algo más apagados respecto al resto, un arrastrar de notas que comunican algo de tristeza y nostalgia pero como siempre, jugando con notas agudas y bajadas al más inmenso vacío, juegos que otra vez son adornados de una forma muy interesante por el brillo de las voces y la crudeza de las guitarras. Acercándonos ya casi al final, nos llega un noveno tema también instrumental. Al principio uno puede pensar que a estos chicos se les han cruzado los jacks en el local de ensayo, pues tres temas sin voces así como el que no quiere la cosa, puede ser la causa de combustión espontánea de muchas cabezas, seguramente no acostumbradas a nuevas y diferentes propuestas, pero cuando acabas de degustar y maridar este disco en conjunto, reparas en que todo forma parte de una historia muy bien estructurada, pensada hasta el último detalle, y como decimos, aderezadas con partes instrumentales que hablan por si solas y ayudan a narrar un todo. Con este ‘Mi Pasado Desnudo‘ tenemos clarísimo que el álbum empezó fuerte, y así sigue, pero minuto a minuto y canción a canción, va perdiendo juventud, y ganando en profundidad, intenciones y madurez. Como la vida misma.
Y así, llegamos al cierre, a la cima, a la cúspide de esta montaña en la que te espera un ‘Refugio En El Abismo‘, el décimo y tema final, amargo e intenso, oscuro como él solo, con gritos y lamentos de ultratumba que aporta la colaboración de Jorge García, vocalista de Adrift, y que dotan a esta despedida de un aire más extremo, convulso y decadente. Pero con brillos en algunos de los riffs y en intercaladas frases, como rayos de luz que atraviesan la ventana de un funeral. Y el final, nos trae unos segundos sin pretensiones. Un último adiós sencillo, quizá demasiado para todo lo que uno acaba de experimentar con este disco. Este último tema es una última escalada, un último aliento que tiñe de negro lo que en un principio te puede sonar a nu metal contemporáneo, y que no lo es, porque lo que Nodriza hace no tiene una etiqueta clara, más bien oscura, pero a la vez intensa, muy enérgica, y lo que más nos gusta, diferente, trabajada y sobre todo, muy personal.
Lo mejor
- Hacen un tándem indiscutiblemente bueno, cada uno de sus músicos aporta su propia originalidad y calidad, y eso, se nota en el resultado final del trabajo, destacando las voces y los diferentes registros, potentes y fluidos de Víctor Bellot al micrófono.
Lo peor
- Este disco tiene pocas cosas negativas, ya dependerá del gusto personal de cada uno. Quizá han perdido el estilo desenfadado y algo más callejero dentro del Rap Metal que ofrecían y con el que a muchos nos engancharon en su anterior EP, pero esta evolución ha supuesto un sonido más serio, elegante y maduro. Pero no reniegan a su estilo, así que de peor, hay poco. Que nos hubiesen regalado alguna canción más tampoco hubiese estado mal.