No me considero para nada un extremista musical ni un caballero cruzado del “metal verdadero”, ni nada por el estilo. Pero hay cosas que no estoy dispuesto a tragar, una línea que ningún grupo debería sobrepasar por el bien de la música en directo, y para no establecer un precedente que haga que las nuevas generaciones crean que todo vale. No señores, no todo vale, es cierto que esto es un espectáculo y hay mil maneras de entenderlo, apreciarlo y/o ejecutarlo pero los músicos deberían ser eso, músicos y respetar su profesión y a sus fans. La honestidad es algo que se debe valorar dentro de una propuesta musical, los principios son fundamentales, y más en el mundo del metal, en que la gran mayoría de los que gozamos de esta música la amamos por encima de muchas cosas. Para nosotros no es un producto, es una relación y esa relación debe ser honesta.
Esta introducción un poco más extensa de lo que me gustaría viene porque va a ser una crónica dura, tanto de escribir como de leer, especialmente si eres seguidor de las bandas que estuvieron sobre las tablas de la sala Salamandra el pasado 21 de septiembre. Así que yo aviso, nadie me avisó a mi de lo que iba a ver y mi indignación es palpable, a pesar de que he dejado unos días para evitar vomitar sobre estas líneas.
Por motivos laborales no pude llegar a la actuación de Black Crown Initiate a los que les tenía ciertas ganas por la propuesta moderna y progresiva que mostraban en su álbum más reciente. Llegué con tiempo para poder entrar en la sala, saludar a compañeros y amigos, pasar por el cuartito del merchandising y poder ver la actuación completa de Volumes. Los americanos aparecieron sobre las tablas vestidos completamente de blanco y con mucha actitud. Sus composiciones se basan en ritmos entrecortados, un djent con toques nu metal adornados con pasajes melódicos, donde las voces mostraron todas sus carencias con coros desafinados y salidas constantes de tono. No acabé de entender muy bien cual es el propósito de tener dos vocalistas que tienen un registro gutural bastante parecido y que no se aportan nada entre ellos, más allá de alguna interacción en algunos tramos de las líneas vocales. Queda muy bonito en la foto y llenas mucho más el escenario, pero musicalmente no aporta nada. Los californianos destacan en el sector instrumental donde tanto las cuerdas como la batería iban bien sincronizados, aportando mucha contundencia a los riffs de estilo djent, aunque su fortaleza también es su gran debilidad, en sus últimas composiciones se han gustado demasiado y han repito la fórmula tanto que da la sensación que tocaban siempre la misma canción y, al final, toda esta técnica y precisión se acaban convirtiendo en algo aburrido y repetitivo. El primer plato (segundo para algunos pocos asistentes) estaba servido y la siguiente degustación nos la traían directamente desde la ciudad del viento, era turno de Veil of Maya.
A los de Chicago no parece que les haya venido demasiado bien el cambio de cantante, sacaron un disco muy discreto y las voces, tanto guturales como melódicas, fueron el talón de Aquiles de una actuación que cambio la energía por la precisión. En ocasiones el deathcore de los americanos se descuadraba y no conseguía esa contundencia que busca este estilo, en las partes rápidas y más técnicas siempre daba esa sensación de que algo no iba bien, no sabes que es, pero notas como algo chirría, no fue una buena noche para Veil of Maya y no la pudo salvar ni su MacBook “Rose Gold” cargado de samplers que iba echando una mano desde las sombras.
Se alzaba tras la batería el enorme telón ilustrado con la portada de ‘Soul Sphere‘, el nuevo álbum de los estadounidenses Born of Osiris, mientras los técnicos de la banda ultimaban los preparativos para que el quinteto de Chicago iniciara su actuación. Y haré hincapié en la palabra actuación, porque me voy a negar a llamar concierto a lo que vimos sobre ese escenario. Voy a intentar no excederme y empezar por el principio. En la nota en la que informaba sobre esta fecha os hablaba sobre como me voló la cabeza el EP debut de aquellos chavales, sonaba fresco, era burro y era técnico y eso me volvió loco. En un mundo como el del deathcore, en que la escena es muy homogénea, cuesta encontrar bandas que hagan cosas diferentes y que arriesguen en sus composiciones. Aún recuerdo pinchar ‘Abstract Art‘ en una sesión de la extinta Metalzone (mítica discoteca metal en Barcelona) y oír gente decir “pero esto como se baila” o “vaya locura”. Hoy por hoy hay muchísimos grupos de un nivel de brutalidad y técnica exquisito, pero en 2007 este tipo de deathcore (y el estilo en general) no estaba para nada en la mente de la gente. Después de ese EP la verdad es que el siguiente álbum no me llamó tanto la atención, y no ha sido hasta estos dos últimos discos que me volvieron a despertar curiosidad. Os cuento todo esto para que veáis que no soy el típico hater, ni la crítica viene de un odio infundado a los nuevos estilos ni nada por el estilo, intento ser imparcial y daros una crónica fidedigna de lo que ocurrió.
Born of Osiris tiene composiciones que enganchan y que además funcionan muy bien en directo, y por lo tanto sabía que iba a ver un concierto enérgico y lleno de actitud. Y eso lo encontré, lo que no encontré fue música en directo o, al menos, no en su totalidad. Los americanos venían con una formación de una guitarra, un bajo, dos cantantes de los cuales uno hacía en ocasiones de teclista y un batería. Empezó el show y encontramos lo esperado, unos músicos ultra-activos en el escenario, energía y actitud, pero todo se tuerce cuando el único guitarra sobre el escenario tiene un problema técnico con su instrumento, se va hacia un lado del escenario para que le atiendan los técnicos, pero la música no deja de sonar nunca, ni siquiera se oye una interferencia, ni un fallo en las notas provocadas por los problemas que tenía, nada impidió que sonara un solo de guitarra con un sonido nítido (que no se volvió a repetir en todo el concierto). ¿Playback? No, no era playback, simplemente Born of Osiris llevaban samplers de refuerzo para todo. Eso explica porque un solo guitarrista puede doblar y armonizar una guitarra durante todo un concierto. Y eso se aplicó a la mayoría de instrumentos que sonaron en esa función, los teclados estaban reforzados con samplers a pesar de tener ya un teclista, la batería se entrelazaba con samplers electrónicos que daban sensaciones rítmicas irreales, los solos se reforzaban por detrás, he incluso llegué a apreciar falsos armónicos que Lee McKinney no podía estar ejecutando. No puedo creer que una banda cabeza de una gira no sea capaz de encontrar un guitarrista de sesión para hacer sus segundas guitarras, no estoy en contra de los samplers en cosas difíciles de llevar a directo, no espero que un grupo con orquestaciones traiga una orquesta, ni grupos con bases electrónicas se lleven un DJ para hacer cuatro cosas, eso lo puedo entender y aceptar. Pero reforzar la totalidad de tus instrumentos con bases pregrabadas es engañar, es no ser honesto y es burlarse de tus fans. McKinney es un guitarra muy técnico y capaz, así como el resto de la banda presenta un gran nivel tanto instrumental como escénico. Hubiese sido un concierto memorable si no fuese porque era irreal y para mi esto es un error enorme, estamos sentando un precedente acerca del poco talento que se necesita para triunfar y, para mi, es inaceptable.