El pasado sábado 22 de octubre era el momento perfecto para hacer un termómetro del estado de salud del metal extremo en la ciudad de Barcelona. Un concierto sin excusas: buen cartel, buena sala, buen horario y un día perfecto para hacer salir a la gente de sus casas. Aunque a primera hora nos temíamos lo peor, el aspecto de la mayor de las salas Salamandra al inicio de la actuación de los brasileños Krisun era como un rayo de esperanza entre tantas sombras que tiene nuestra escena. Una gozada ver a tanta gente dispuesta a pasárselo bien en una sala de conciertos.
Krisiun

Puntualísimos (tal y como nos tiene acostumbrados últimamente la productora Madness Live!) salían los tres hermanos de São Paulo al escenario con una corta intro que precedía a la aplastante batería de ‘Kings of Killing’, uno de sus temas más contundentes y efectivos.
Krisiun es una de esas bandas que da igual donde los veas, con qué ánimo los veas o si son las tres de la tarde con 40 grados; Siempre cumplen. Son una banda honesta donde no hay ni trampa ni cartón, van sobrados en técnica y ejecución para desarrollar sus temas incluso más rápidos de lo que los encontramos en el álbum. En un mundo como el del brutal death, donde la mayoría de grupos están enganchados a un metrónomo, y donde la perfección musical quiere reinar, los brasileños se lanzan al escenario al estilo de la vieja escuela, y solo se centran en una cosa: peinarte para atrás.
Tras la caída de la banda alemana Deserted Fear, los hermanos Kolesne aumentaron su tiempo de concierto, cosa que aprovecharon para hacer un repaso exhaustivo a su discografía durante la hora que estuvieron en el escenario, y aún tuvieron tiempo de rendirle homenaje a Lemmy Kilmister, líder de Motörhead fallecido el pasado diciembre de 2015, con su particular y acelerada versión de ‘Ace of Spades’; tema que volvió loco al público, estallando en un buen pogo. El power trío, por mediación de su cantante y bajista, no paró de agradecer la asistencia y animar a la gente a que gritará y diera señales de estar allí, aunque al público le costó arrancar hasta el final del concierto, en el que la sala acabó siendo una buena fiesta.
El directo de Krisiun gozó de un buen sonido y estos supieron sacarle jugo con su actitud y buen setlist. Tras dejar con buen sabor de boca a la mayoría de los asistentes abrían paso al (supuesto) plato fuerte de la noche, era el turno de Dark Funeral.
Dark Funeral

Los suecos venían con todo el arsenal – y parafernalia – para crear una buena atmósfera que acompañase su black metal rápido y de tonos melódicos. Un gran telón con la portada de su último álbum, creada por el siempre genial Necrolord, cubría en su totalidad la parte trasera del escenario, y unos grandes pentagramas y cruces invertidas de hierro cubrían la zona de amplificadores, completando el ritual con los miembros de la banda ceñidos en armaduras de cuero y maquillados con el corpsepaint de rigor.
El concierto empezó con un sonido francamente lejos del mínimo de calidad que una banda de la envergadura de Dark Funeral debería ofrecer, la voz estaba demasiado presente y la base instrumental parecía estar a kilómetros de distancia, lo cual dejaba al recién llegado Heljarmadr en un primer plano que reflejaba que tenía la voz algo diezmada y no acababa de tener la fuerza que demostró en pasados directos.
Con el paso de algunos temas el sonido empezó a mejorar, sobretodo en lo que se refería a la batería, que conseguía abrirse paso y nos permitía distinguir la caja y el bombo, algo totalmente crucial en una banda de black que vive de los blast beats ultrarrápidos, pero que nunca consiguió un nivel aceptable para poder apreciar las líneas melódicas de las guitarras. Desde luego este aspecto desmereció muchísimo la actuación del combo sueco, que siguió desgranando su discografía mezclando temas antiguos con los de su último trabajo de estudio ‘Where Shadows Forever Reign’. Un setlist muy compensado y muy bien elegido pero en el que, debido al sonido, a veces costaba distinguir lo que estaban interpretando.
Lord Ahriman y los suyos saben como hacer espectáculo y cumplieron en el terreno visual aunque algún número de teatrillo pareciese una caricatura del estilo (cómo cuando el vocalista sacó un pequeño látigo de tiras trenzadas y hizo el amago de azotar al público o a sí mismo y se vio demasiado forzado, amanerado y falto de agresividad) pero con ese sonido costaba mantener la atención en el escenario. La banda ha publicado un último trabajo muy notable con muy buen gusto por las melodías y con muchos matices, y fue una pena no poder disfrutar de ellos como es debido en una buena sala como es Salamandra y creo que muchos de los fans nos fuimos algo decepcionados aunque no podamos culpar completamente a la banda.