Hay una cantidad muy reducida de bandas en el metal que, habiendo nacido a mitad de los noventa, puedan decir que llenan salas de gran tamaño hasta superar el límite de su capacidad. Menos aún si nos acotamos a bandas que tengan como recurso vocal principal una voz gutural. Amon Amarth son uno de ellos. La grande de las salas Razzmatazz se les quedó pequeña y eso no es del todo bueno, os lo contaré más abajo.
Grand Magus

La sala ya presentaba un buen aspecto en lo que a público se refiere cuando Grand Magus salieron a las tablas. Formando un triángulo sobre el escenario, el trío sueco se metió rápido a la gente en el bolsillo con su doom clásico con tintes heavies, guiños al speed metal y sobretodo un nivel vocal de «JB» Christoffersson espectacular. Un directo con muchísima fuerza pese a la estática y sobria propuesta escénica que suplieron haciendo participar en todo momento al público, siendo el momento álgido cuando la gente se entregó por completo en los coros de ‘Hammer of the North’ que se alargaron varios minutos y se recordaron tras la actuación de los de Estocolmo. Una conexión entre banda y público que puso la piel de gallina a más de uno, entre los que me incluyo.
Testament
Tras dejar al público caliente con la primera actuación, venía el primer plato fuerte de la noche; desde California nos visitaban uno de los miembros del Big Four del thrash americano, era el turno de Testament. Los de Chuck Billy salieron con ganas de dejar su marca a la noche, iniciando el concierto con el enérgico ‘Brotherhood of the snake’, single de su nuevo disco que, de paso sea dicho, es un buen trallazo. Lo malo de todo esto es que el sonido fue nefasto en los cuatro primeros temas, donde gozamos de un buen drum&bass pero ni rastro de las guitarras. Como bajista y fan absoluto de Steve DiGiorgio esta situación a mi no me parecía mal, pero no creo que sea aceptable a estas alturas y en los niveles que estamos hablando, el que una tercera parte del concierto tenga un sonido tan poco agradecido. El público se debió dar cuenta, pues no estaba todo lo entregado que una banda como Testament debe esperar. Por suerte, la situación mejoró radicalmente justo antes de que se abalanzaran sobre nosotros con el clásico atemporal que es ‘The new order’. Creo que ya os lo he dicho muchas veces en este medio, el thrash no es lo mío, no me llega, pero si tuviese que quedarme con una banda clásica americana sin duda serían los californianos; han sabido evolucionar su sonido sin hacerse repetitivos, y actualmente son los únicos del Big Four of Thrash Metal que están haciendo cosas relevantes para el público metalero. Por fin, la base rítmica dejaba paso a las melodías de las guitarras sin perder contundencia y conseguimos un sonido digno para la ocasión. El colchón mullidito que generaban los instrumentos para que la voz de su frontman se empastara hizo que el resto del concierto fuera un lugar para el disfrute. Cuajaron un buen show pese al mal sonido inicial y, cuando sonaron en condiciones, el público les acompañó fielmente. Al final de su actuación, la sala ya estaba hasta la bandera. Era el turno de los cabezas de cartel, pero antes nos tocaban unos largos minutos de espera pues el montaje escénico era espectacular y había que acomodarlo.
Amon Amarth

A estas alturas Amon Amarth ya no necesitan presentación, su fórmula patentada para hacer death melódico – junto a su temática lírica vikinga – les ha convertido en un icono para gran parte de la comunidad metalera, y entre la que sorprende la variedad de rangos de edad que encontramos en la sala. Desde el chavalín recién iniciado, que asiste a sus primeros conciertos, hasta el heavy clásico de toda la vida, se reunieron frente a un escenario ataviado con un gran casco de cuernos que culminaba en un impresionante kit de batería que pondría los dientes largos a cualquier amante de las baquetas. “La teatralidad y el engaño son poderosos aliados, debes ser mucho más que un hombre para tu adversario” nos decía Ra’s al Ghul en Batman Begins… Aquí engaño poco, pero lo de la teatralidad lo han asimilado en profundidad los suecos, que nos traían un set lleno de batallas vikingas, arqueros y dragones. Dar algo más que ver al público, aparte de la banda tocando, es una fórmula que le ha funcionado muy bien a grupos como Iron Maiden o Rammstein, así que queda claro que este tipo de espectáculos agradan y motivan mucho más al público en general.
Como os decía, la sala estaba a reventar, y eso es una gran noticia para el género, pero fue una mala noticia para los asistentes que estábamos en Razzmatazz 1. Visto el nivel de entradas vendidas (y que se podrían haber vendido), se podría haber optado por un recinto más grande, ya que entre el público había imágenes de gente intentando ver el concierto en unas condiciones poco cómodas e indignas de un evento con ese precio de entrada. Así que, allí estaban Amon Amarth con el mayor espectáculo que se les ha visto dar en nuestra ciudad, con un sonido mucho mejor que la última vez que nos visitaron, y yo sin poder ver apenas nada. Una mala experiencia para mi, que empañó lo que parecía un muy buen concierto de Johan Hegg y sus escuderos, quienes vinieron con un setlist perfecto que se iniciaba con ‘The pursuit of Vikings’ y que incendió completamente la sala desde el minuto uno. Los suecos manejan muy bien los tiempos, se le nota la veteranía y las tablas y su frontman tiene una presencia escénica que explica muy bien por qué tienen tantos seguidores. Tuvieron tiempo para marcarse dos encores en los que interpretaron tres de sus singles más recientes como son: ‘Raise Your Horns’ de su nuevo álbum, ‘Guardians of Asgaard’ y culminando con ‘Twilight of the Thunder God’. Tres temas que se han convertido en himnos de la banda en poquísimo tiempo.