Siempre es un placer ir a la Sala Bikini, el recinto ofrece un sonido de escándalo veas lo que veas, aunque sus puntos flacos son el precio de las consumiciones y la poca comunicación que tiene con el metro de la ciudad condal. Quizá por esto último, o quizá por la sobresaturación de conciertos que hemos tenido en la capital catalana estas últimas semanas, la asistencia no fue, ni mucho menos, la que se esperaba. Por motivos laborales no pude ver la actuación de Barren Womb, así que pasamos directamente a la actuación de los americanos Lord Dying.
Lord Dying
Los de Portland practican un doom metal con tintes sludge, y que de repente se sube al caballo del death metal o el old school thrash, una mezcla que ya hemos escuchado en otras ocasiones, y que funciona muy bien en directo aunque no proponga nada extremadamente diferente. El cuarteto ofreció una puesta en escena excesivamente estática y, aunque sus composiciones desprendían agresividad y mala leche, su actuación no acompañó a su descarga musical, que además gozó del muy buen sonido que se mantendría durante toda la noche.
Voivod
No es la primera vez que vemos a Voivod por la ciudad condal en estos últimos años, parece que el siempre simpático y carismático Snake y los suyos tienen ganas de girar, y eso hace que su capacidad de atraer público a las salas vaya disminuyendo poco a poco. Aún así, siempre es un gusto ver a estos pioneros canadienses con su mezcla de heavy, speed y thrash metal que han ido amasando con los años, y que es un buen chute de energía en cualquier cartel. A diferencia de Lord Dying, Voivod saben comerse el escenario a golpe de tablas, falta de vergüenza y actitud rock’n’roll mientras van desgranando su extensa discografía. Venían presentando su EP editado este año, ‘Post Society’, del que nos regalaron dos temas, pero el resto de su setlist se basó en sus primeros álbumes, olvidándose de cualquier cosa que hubiese pasado más allá del año 2000 (excepto su reciente EP, claro). De nuevo, el sonido fue francamente bueno, y esta vez la ejecución sin complejos de unos Voivod, que echan de menos los 80s, redondearon unos muy buenos 45 minutos de actuación. Quizá fuese por la falta de público, que permitió a la banda ser más cercana, pero para mi fue la mejor actuación que les he visto desplegar hasta la fecha.
Entombed
Siempre habrá quien diga que Entombed A.D. no son los originales, y todo tipo de declaraciones sobre la polémica a raíz de la pelea legal entre LG Petrov y Alex Hellid por llevarse el nombre, embotellar bebidas alcohólicas con él, o montarse una aventura clandestina con una orquesta… La realidad es que Petrov y unos cuantos ex-miembros recientes de Entombed se han montado la fiesta por su cuenta, llevan dos álbumes de estudio en menos de dos años, y se han puesto a girar como locos. Pasaron por Barcelona hace un par de años a presentarnos su flojo ‘Back to the Front’, y la verdad es que aquel día no estuvieron acertados para convencer de que se merecían el nombre. Pero algo ha cambiado en este último año, su reciente, y mucho mejor disco, ‘Dead Dawn’ unido a las dos últimas actuaciones que he visto de ellos, han tenido que callar muchas bocas. Pese a las poco más de 150 personas frente el escenario, los suecos salieron a desplegar “su” death metal de Estocolmo (marca registrada) de manera magistral. Creo que, teniendo en cuenta la asistencia y la actitud del público y la banda, si este concierto hubiese sido en un tugurio de mala muerte lleno de humo y olor a sudor podríamos haber recreado una noche memorable de mediados de los noventa sin lugar a dudas. Ese death metal pesado, contundente y granuloso repleto de melodías con denominación de origen que proponían (y siguen proponiendo) Entombed, cayó sobre nuestras cabezas como un mazo de acero, la actitud old school de un Petrov claramente perjudicado por el alcohol, pero que dio mucho la talla, hizo que el concierto fluyera de una manera que pocas veces había experimentado. Su setlist se basó en temas originales de Entombed en los que mezclaron unos pocos de sus dos álbumes como ‘A.D’. El concierto nos dejó imágenes curiosas: el frontman sueco peleándose con los auriculares de su smartphone tras hacerse un selfie, la banda fumándose unos cigarrillos antes de lanzarse con los bises, o estos mismos que se alargaron al grito de “One more?” de Petrov. Podríamos decir que, excepto la ejecución de los temas, todo lo que vimos en ese escenario no parecía profesional, pero esa fue precisamente la gracia del directo, ver a unos músicos pasándolo bien, sin un guión establecido que seguir, simplemente haciendo death metal… ¡qué gozada!