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El “core” está muerto… Caliban y Suicide Silence en Razzmatazz 2

De nuevo la dichosa cortina que reduce el aforo de Razzmatazz 2, y que anuncia una venta de entradas por debajo de las expectativas volvió a hacer acto de presencia, algo que está siendo demasiado habitual en conciertos de los géneros extremos más cercanos al hardcore, y que da una muestra del nivel de salud por la que pasan en nuestro país. Esta vez se conjuraban en las tablas cuatro bandas, con cuatro maneras totalmente distintas de entender el género. El experimento salió regular en términos de público y resultó una decepción para mi personal paladar auditivo, os lo explico a continuación.

Brothers Till We Die

El “core” está muerto… Caliban y Suicide Silence en Razzmatazz 2

Abrían la noche los capitalinos Brothers Till We Die ante un escaso público que se apiñaba en las primeras filas guardando sitio para los platos fuertes de la noche. Los madrileños practican un deathcore de manual, sin demasiada aportación fresca al género y sin una seña de identidad que les diferencie. Su música es efectiva para los fans del género, pero poco refrescante para una escena saturada de propuestas demasiado similares. Su directo fue exactamente como su música, solvente y funcional pero intrascendente y lleno de clichés. Actitudes malotas impostadas, breakdowns y, como no, bajada a la valla de seguridad para compartir micro con el público fue la apuesta del quinteto que está preparando la salida de un nuevo álbum, esperemos que con algunas ideas propias más. Nos dejaron, como aspecto curioso, una versión muy sui géneris (y con dudoso parecido) de la rapera Nicky Minaj antes de encarar la recta final de su correcta actuación.

To the Rats and Wolves

El “core” está muerto… Caliban y Suicide Silence en Razzmatazz 2

Era turno para que las tablas se llenaran de maquillaje, estética, lentillas blancas, dos cantantes y muchos samplers electrónicos… era el turno de To the Rats and Wolves. Los alemanes dan un toque metálico y core a su propuesta electro-pop basada en voces limpias, estética industrial y clichés más propios de un grupo de MTV que de una banda de metal. Su material electrónico producido a granel y sin una pizca de buen gusto por la integración a la propuesta más metálica, se volvió soporífero pasado el impacto visual de los primeros cortes. Mención especial al gran nivel vocal que demostró Nico Sallach en las voces limpias y que servían para tapar a lo poco acertado que estuvo su compañero de micrófono en estos pasajes. Entiendo el punto de aportar algo de electrónica a una propuesta para dar un toque fresco e innovador a un género tan estancado como el metalcore, pero lo que podría ser un aliado se convirtió en una losa gigante al abusar de las toneladas de samplers que se lanzaban por encima de la actuación musical. To the Rats and Wolves pueden resultar una banda curiosa al principio, pero 40 minutos de actuación se me hicieron demasiado largos, gastaron todas sus buenas cartas al principio de la partida y acabaron perdiendo lo que ganaron.

Suicide Silence

El “core” está muerto… Caliban y Suicide Silence en Razzmatazz 2

Los terceros en salir al escenario eran la principal razón de porqué estaba yo en la sala esa tarde. Suicide Silence rompieron moldes con su disco ‘The Cleansing’ en 2007, ofrecieron al mundo una propuesta diferente que unía muy bien los mundos del hardcore y el death metal en un ejercicio de brutalidad y frescura poco común. Con el paso de los años y los discos los americanos han ido puliendo su sonido, llegando a un hito de popularidad bastante grande con sus tercer álbum, ‘The Black Crown’. La verdad es que en este álbum ya habían perdido esa frescura y empezaba a ser todo más evidente y previsible, sin embargo sus directos siempre han estado cargados de energía, tanto con Mitch Lucker cómo con Eddie Hermida. Esperaba ver lo mismo en Razzmatazz 2 que había visto en anteriores ocasiones, y la verdad es que energía no faltó, sobretodo su frontman salió a por todas, pero el sonido fue un auténtico desastre. Una bola de graves atrapando cualquier frecuencia aguda que quisiera sobresalir en una mezcla de sonido terrible que no dejaba apenas distinguir qué canción estaban interpretando los californianos. Este aspecto se mantuvo inmóvil durante todo el espectáculo, no hubo mejoras ni arreglos, como si aquello ya estuviera bien… Así que a pesar de que la banda se dejó la piel, el concierto decepcionó a todos los asistentes que apenas se mantenían frente al escenario con cara de “¿Qué está pasando?” pero era difícil mantener el interés. Cuesta creer que en pleno 2016, en una sala con unas buenas condiciones y un equipo mejorado, estemos hablando de este tipo de sonido. Hubo tiempo para que Hermida nos instara, en perfecto español, a cantarle el cumpleaños feliz al guitarrista Chris Garza (que cumplía 31 años ese mismo día). Cuando cerraron el show me quedé con unas profundas ganas de volverlos a ver en una situación favorable en lo que a sonido se refiere.

Caliban

El “core” está muerto… Caliban y Suicide Silence en Razzmatazz 2

Respaldados por unos cubos que actuaban de plataforma para elevar a su batería y que citaban el nombre de la banda, Caliban salieron al escenario a continuación. Un escenario muy trabajado para una banda que tiene todo muy bien medido y calculado, tanto que fueron fríos y distantes hasta cuando no lo querían ser. Los alemanes traían un espectáculo para todos los públicos, lleno de posturas y saltos demasiado coreografiados para ser reales y, sobretodo, un sonido tan pulido y plástico que restaba impacto y violencia a la música. Todo sonaba totalmente inofensivo, los breakdowns sonaban sin fuerza, las guitarras sin garra. En tareas de ejecución no hay discusión, Caliban llevan mucho tiempo en esto y son unos intérpretes excelentes, pero le faltaba espíritu a su música y eso me dejó muy frío. Incluso cuando Andreas Dörner se tiró al público (en dos ocasiones) no me lo creía, estaba interpretando el papel del típico músico hardcore. Es una sensación que no se puede explicar en palabras, pero hay conciertos en los que notas que el músico no está siendo sincero y está interpretando un papel. Venían presentando ‘Gravity’, su último álbum publicado en marzo de 2016, y dieron buena cuenta de él además de repasar los hits de su discografía más reciente como ‘Nothing Is Forever’ o ‘Love Song’. Antes de despedirse, interpretaron la versión de Rammstein ‘Sonne’ incluida en su EP de 2011 ‘Cloverfield’ cerrando así una noche un tanto amarga musicalmente hablando.

Bandas: Caliban + Suicide Silence + To the Rats and Wolves + Brothers Till We Die
Lugar: Sala Razzmatazz 2, Barcelona
Fecha: 03/12/2016
Precio: 20€ Anticipada – 25€ Taquilla