No acababa de nacer un gran álbum como ‘La montaña desnuda’, cuando sus creadores, el cuarteto valenciano Nodriza, dejaron de existir. De las cenizas todavía palpitantes del combo, surgió Pürpura, proyecto en el que, fraguado con la mirada fija más allá del horizonte, se embarcaron Manuel y Adriá, los cuales en el pasado eran la sección rítmica de esa banda recientemente finiquitada.
Parece claro que había territorio por explorar, que el sonido que desplegaban los levantinos no saciaba por completo la creatividad potencial que podían expresar, o eso al menos sentirían estos dos de sus componentes. Nuevas posibilidades rebullían dentro de ellos y excitaban su imaginación Y aquí tenemos el resultado de este nuevo sendero por el que han decidido desviarse. Un álbum en el que dan sus primeros pasos adentrándose en las recónditas mareas cambiantes del post-metal, y dejando definitivamente atrás el metal de corte moderno del que hacían gala en su personificación pretérita.
A medida que se escurren los minutos de este álbum, uno es más consciente de que cuando Pürpura escogieron un título como Storm I, su brújula interior estaba en sincronía completa con lo que exteriorizaron con las canciones en él contenidas.
Esta presentación es una inmersión corta, pero intensa, que sigue los parámetros que ya te puedes imaginar al poner el prefijo post- encima de la mesa. Largos desarrollos instrumentales, voces que se manifiestan de forma desgarrada en el maremágnum instrumental sólo cuando aportan algo necesario al conjunto, y esa densidad, esa atmósfera, esa cualidad ‘cinematográfica’ inherente al género, se extiende sobre uno, como niebla sofocante y perpetua sobre un océano infinito.
Pürpura se lanzan con los brazos abiertos al lado más oscuro, desesperado y agónico. Lo reciben y lo agasajan, y aunque quizá en esta primera toma de contacto se muestran menos experimentales, la música se abre al oyente sugerente y cautivadora. Claro que esto es así, siempre y cuando seas de esos individuos que ‘sugerente’ y ‘cautivador’ lo aplican como adjetivo a aquello que les empuja de lleno a las fauces de la incertidumbre y de lo inverosímil. Para los soñadores de quiméricas inquietudes.
Delineando curvas oscilantes, inductoras de un vértigo irrefrenable, ‘Voices’ y ‘Two skies’ son dos mundos en los que uno anhela perderse para siempre. Bebiendo de las insalubres aguas extraídas del mismo profundo pozo desde el que AmenRa alimentan sus diatribas, uno pierde el sentido del ser y la materia. Voces de espíritu quebrado, e intensidad musical que hace que el sistema nervioso simpático olvide que para mantenerte con vida, tiene que seguir haciendo que respires.
La magnitud de ‘True god’, el otro extenso salmo de estas exéquias a la esperanza, conservando el norte compositivo y sonoro, no hace que la sangre circule desbocada en mi interior como con sus dos compañeras viaje. Aún así es un golpe que merece la pena haber encajado.
Sigue presente el abatimiento en ‘Disruption’ y ‘Remain’, aunque también es cierto que en el conjunto presentan cierto carácter de esbozo. Más esquemáticos (quizá excesivamente), juegan más con la luminosidad y presentan de soslayo otra cara del universo de Pürpura. Aunque en un álbum más largo podrían tener cierta función como interludio, aquí me dejan con la sensación de ideas primigenias, con un potencial latente vibrando en su núcleo.
El atractivo artwork de Adam R. Paulsen ejerce un inevitable magnetismo que despierta el instinto de indagar en lo que se esconde tras ella… una curiosidad que se verá recompensada si te dejas llevar por los azules grisáceos que no sólo se ven, si no que también se oyen en Storm I.
Aquí esperaremos a que nos pase por encima una segunda tormenta de Pürpura.
Lo mejor
- La atmósfera oscura que han conseguido en el álbum.
- Lo bien que tienen asimilado los estándares del género y lo como lo desarrollan. Tengo mucha curiosidad en ver como crecen sus composiciones en trabajos futuros.
Lo peor
- Que no tirasen del hilo en los temas más cortos.