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Thaw ‘Grains’, un álbum para oyentes osados

Lo suyo es el escalofrío. No mostrar más allá de la insinuación. Una insinuación estremecedora, como el juego que preludia el fatal desenlace de un ratón con el que se entretiene un gato, como un trilero del horror con la mente del ser influenciable.

Sabes que lo peor no es lo que se ve, si no aquello que queda entre bastidores. Sabes que está ahí, o que podría estarlo, y sólo esa idea ya es paralizante. En esa frontera en la que la penumbra se convierte en profunda oscuridad y todo es posible, es donde se mueven Thaw. Los ojos se emborrachan de tiniebla y pinceladas empiezan a dibujarse en el negro vacío, ecos de terrores infantiles que van tomando forma mientras la música ejerce una maliciosa e iluminadora fuerza psicosomática.

Thaw, al igual que Terra tenebrosa o Blut aus nord, se alejan del cliché del derramamiento de sangre como si fuera confetti, y se dedican a retorcer los traumas e inseguridades que trae consigo el oyente.

A lo largo de los cinco cortes que componen el nuevo y cuarto trabajo de los polacos, se desvanecen las vendas del mundo terrenal. Cinco canciones que son cinco agujeros negros que te engullen en un universo desconocido. Fogonazos fluorescentes, palpitantes y cegadores, galaxias escurridizas. Allá donde habita aquello de lo que escapamos cada vez que abrimos los ojos. Se respira y se siente, ellos sólo aportan el sonido que ejerce como un catalizador que delinea las fisuras de nuestro quebrado disfraz biológico.

‘Grains’ es música para escuchar a solas, con auriculares, de noche y en un poco menos de la oscuridad absoluta.

Saltándose todo lo relativo a estructuras y huyendo del lo convencional, las guitarras son un elemento más de un cosmos saturado de salmodias recitadas y alaridos hirientes, de electrónica ruidista, pequeños drones y riffs infestados de insana humedad, todo ello fusionándose en la oquedad espiritual que devora. Desde que empieza la cacería con el arrítmico inicio de ‘The brigand’, una hendidura se abre en el córtex cerebral y la fuga de consciencia por ella termina abstrayéndote de todo lo cotidiano y conocido.

Una vez que has descendido por la pendiente que supone Grains, van materializándose y desvaneciéndose a tu alrededor ‘The thief’, ‘The cabalist’, ‘The harness’ y ‘Wielki piec’. Desconcertantes y fascinantes en su forma, pero que se presentan inquietantes y peligrosas a nuestro instinto de supervivencia. Como pequeños seres vivos indescriptibles, se acercan y se escapan, te olisquean y en su impredecible naturaleza, te mantienen con el aliento en vilo. Te escrutan más allá de la piel y su mensaje atraviesa el espacio vacío entre los dos y toma forma tras tu cráneo, viaja por tus venas y la certeza se hace evidente en el pecho.

Ejercen una atracción ineludible a través de la asimetria, de la deconstrucción y de una belleza a través de formas distorsionadas y en las que la desproporción es su mayor virtud.

Aún a estas alturas no me atrevo a decir si es o no es el mejor de sus discos, pero desde luego, este álbum me ha resultado el más inquietante y perturbador de los que han producido hasta ahora, lo cual es ya un logro.

Un álbum para oyentes osados.

Lo mejor

  • Aunque no es un álbum sencillo, han conseguido que sea muy dinámico y de escucha fluida.
  • Su esencia, puramente abstracta, convierte al invitado en protagonista principal.

Lo peor

  • Está muy bien como está, pero tengo la sensación – y la esperanza – de que no es su disco definitivo.

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