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Malke ‘When the sigh comes to us’

Si tuviera que trasladar el sonido de ‘When the sigh comes to us‘ a una sola imagen, ésta sería un cañaveral enmarcado en uno de esos cielos falaces, que prometen un contacto templado, y cuando se está bajo la influencia de su sol moribundo, se es golpeado por una penetrante y persistente sensación de frío… un suave y eventual goteo de piano, unas texturas electrónicas sobre una base austera que poco a poco se van escurriendo entre grieteas de arpegios, o guitarras cinceladas principalmente para crear distintas atmósferas, se van dispersando a lo largo de los tres cuartos de hora que dura esta travesía entre los extensos y solitarios paisajes que se desperezan en la memoria.

El deshielo tras largo tiempo atrapados en un blanco manto, surge con el sonido cavernoso de ‘Ira sub anima’. ‘Arboreo’ despierta a una conciencia hiperestésica, con un bajo en primer plano muy remarcado – como en casi todo el álbum – y unas voces fantasmales en un bonito desarrollo. ‘Cycas revoluta’ presenta un riff más directo sobre un sonido industrialoide – en contrapunto con la dirección de naturalidad general que estimula el resto de la música – para ir sumergiéndose en mareas post-rock, con bajo contundente y la guitarra dibujando ecos, turnándose el protagonismo y convirtiendo la segunda fase del tema en uno de mis tramos favoritos.

Otra cumbre es ‘When the sigh comes to us’, que da nombre al conjunto y nos recuerda el peso que Isis tienen en el concepto musical de este grupo. Así mismo, ‘Caotides/Von’ nos absorbe con su percusión tribal y nos recuerda un tanto a Russian circles, otro de los espejos en los que se mira el trío catalán.

De todas formas, no hay que perder de vista que el conjunto se sostiene de forma significativa al ser escuchado en su integridad, y que es de esta forma, en la que los pequeños pasajes minimalistas que se cobijan entre largos desarrollos instrumentales adquieren mayor énfasis y contraste.

Un primer disco en el que su mayor virtud puede que sea su mayor riesgo, y es que es un disco que precisa de sucesivas escuchas para irse metiendo uno dentro de él, para ir encontrando los pequeños tesoros que van surgiendo a medida que te relacionas con ellos. Y ya sabemos que en los tiempos que corren la paciencia no es la virtud que más abunda.

Aún sabiendo eso, Albert – batería-, David – guitarra – y Mario – bajo – tenían claros los raíles por los que querían guiar el camino de Malke, y para ello no dudan en adentrarse en un itinerario menos directo de cara al oyente, buscando hacerle cómplice de esta mayor sutileza.

Quizá, si eres de los que está acostumbrado a las producciones superlativas de algunos de los nombres más reverenciados del post metal, el sonido del disco, que transmite una gran sensación de amplitud, se te puede quedar algo famélico, pero a ellos se les ve cómodos en su posición y van desgajando pequeños y lúcidos destellos en arreglos que proyectan grandes sombras y en las secuencias ambientales que manejan con pericia.

Con camino por delante todavía, no cabe duda de que Malke consigue crear un entorno bastante personal para tratarse de un primer álbum, y que su conglomerado de graves con un peso específico importante y guitarras ambientales, junto a su clara amplitud de influencias, tiene un gran potencial de crecimiento en un tiempo próximo. Y aquí estaremos para ver que les depara el futuro.


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