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La reina en el palacio de las corrientes de aire, Stieg Larsson (Luftslottet som sprängdes – 2007)

Ya lo dice la sabiduría popular: al final, todo termina. Algo que suena mucho menos estúpido pero que la mayoría de la gente también sabe, es que el final de las sagas nunca está a la altura de lo esperado.

En mi opinión, la última parte de Millennium colma las expectativas, ya que está a la altura de los dos libros anteriores. Quizá demasiado.

En la crítica de la segunda parte comentábamos que el libro, en líneas generales, era mejor que el primero. En este caso no podemos hacer tal comparación, porque es evidente que este tercer volumen no es un libro independiente, sino que va unido al segundo. Pero claro, nadie se atreve a editarle a un escritor sueco ‘desconocido’ un tocho de mil quinientas páginas, y había que cortarlo en el momento adecuado para que el lector se lanzara ávido hacia el desenlace de la historia.

En el comentario del primer libro se criticaba que quizá éste fuera demasiado plano y simple. En el segundo, que al autor se le había ido un poco la mano con la ficción. Quizá la principal pega de este último sea lo poco que se hace sufrir al lector. La historia está bastante bien llevada, es complicada pero fácil de seguir, y la emoción va subiendo enteros según se llega al final. Sin embargo, sobran rosas en el camino de los protagonistas. Da igual que aparezcan problemas, porque en el párrafo siguiente todo parece solucionado. En este aspecto, Larsson perdió la oportunidad de convertir un best-seller en un libro memorable. Incluso teniendo en la mano el manuscrito con la obra completa, habría ganado mucho si hubiera ido esparciendo cizaña aquí y allá y se hubiera encargado de segarla en la parte final. Sin duda, se dio cuenta de que la trama iba por un camino muy lineal, y por ello añadió la historia paralela –y que no viene a cuento– de Erika Berger. Sin embargo, tenía que haber sabido ver que el argumento no necesitaba más recodos, sino variar de pendiente de vez en cuando.

Las aventurillas de la Berger dejan un poco indiferentes, la verdad, y se podían haber sustituido por algo más de emoción en la historia principal o, puestos a hablar de alguno de los secundarios, por el discurrir de la vida de Niedermann. Personalmente, siempre me ha parecido terrible el recurso de dejar aparcado a un personaje, llamado por el propio autor a ser importante, y resolver su historia cuando no hay otra cosa mejor que hacer. Cuando el cierre de un libro abrocha perfectamente sin haber terminado con ese personaje, a lo mejor conviene ir mucho más atrás en el manuscrito y valorar si compensa su presencia. Como la de la hermana gemela de Lisbeth.

Hasta aquí llegan las críticas, creo. En cuanto a los puntos fuertes, Larsson deja claro que tenía que haberse dedicado a los best-sellers de contenido jurídico, como Grisham. Casi todo el libro consiste en la preparación del juicio contra Salander. Lo más gracioso de todo es que lo que menos importa es por qué la juzgan. De hecho, uno se tiene que parar a pensar los cargos que se le imputan. Porque, al final, es un juicio en el que nadie se defiende, sino en el que todo el mundo va al ataque. Y eso, como en el deporte, es sinónimo de espectáculo.

¿Cuál es la valoración final de la Obra? Cuando hablábamos de la primera parte de la trilogía, decíamos que se trataba sin duda del best-seller del año, y quizá de los más importantes de la década. Una vez asimilada la historia en su totalidad, no creo que este conjunto de libros pase al salón de la fama de la Literatura de nuestro tiempo. Me temo que, debido a lo plana que es la trama, dentro de poco la mezclaremos en la cabeza con fragmentos de otros libros, y al final pase a ser uno más. En todo caso, hay que valorar el fenómeno mundial que ha supuesto la trilogía Millennium, y que tiene mucho mérito viniendo de un autor desconocido, y de un país que no se caracteriza por la gran proyección internacional de sus escritores.

¿Qué habría pasado si Stieg Larsson hubiera seguido progresando en su calidad literaria? ¿Se habría convertido en un escritor de referencia del siglo XXI? Es una pena que nunca lo lleguemos a saber. Aunque, viendo a los advenedizos que se atribuyen parte del éxito de sus obras y critican su calidad humana, creo que el bueno de Stieg respirará tranquilo allí donde se encuentre por haber escapado de tanto aprovechado.

Recomendado para: ya sabéis. No hay dos sin tres.
No recomendado para: no tendría sentido haber leído el segundo volumen y quedarse ahí. De obligada lectura.

El mejor escenario: estoy seguro de que la última parte la leeréis estéis donde estéis, sin necesidad de buscar un refugio.

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