La Estadea Logo

Asphyx ‘Deathhammer’

De vez en cuando la vida te da pequeñas alegrías tales como, por ejemplo, que te ‘obliguen’ a escribir una reseña de un disco de una banda mítica. Una alegría que aumenta cuando se trata de un disco que viene a demostrar que su anterior trabajo, nacido a partir de la reunficación e incorporación de nuevos miembros, no cosechó esas buenas críticas simplemente por adulación, o bien por iluminación divina y espontánea. No señores, Asphyx, la veterana y como ya hemos comentado re-unificada formación holandesa de death metal, vuelven con un nuevo trabajo cargado de lo mejor que saben hacer, que es hacer supurar nuestros oidos con el mejor y menos refinado death metal que uno puede encontrarse.

“Hostias, he puesto reproducción aleatoria” eso fue lo que pensé cuando le di al reproductor y me encontré de golpe y porrazo con una canción a toda hostia saliendo por los altavoces. Pero no caigáis en el mismo error que yo, el disco empieza así. Sin contemplación ni aviso – con una hostia inesperada y trallera – es como se presenta ‘Into the Timewastes‘. Canción con la que da inicio este octavo disco. Con la cavernosa y enfermiza voz de Martin Van Drunen casi desde el primer segundo desgarrando sus cuerdas vocales, en un tema crudo y directo sin floritura alguna, nada de técnica virtuosa, tan sólo mucha mala leche como la que se servía antaño. Cuando piensas que te van a ofrecer un pequeño respiro, la canción que lleva el nombre de disco hace honor a su significado, y es que ‘Deathhammer‘ se encarga de aplastar tu caja torácica sin dejarte respirar; y es que con su “this is death metal u bastards” ya se disipa cualquier cualquier esperanza de encontrarnos algo que no se corresponda a la definición. Tras este corto mazazo (ingenioso juego de palabras) la banda nos ofrece un nuevo ejercicio, esta vez mucho más pausado, con mucha atmósfera doom, casi a medio tiempo, acelerándose poco a poco, pero siempre manteniendo una pequeña sensación de agobio hasta un histriónico final.

Asphyx vuelven con un nuevo trabajo cargado de lo mejor que saben hacer, que es hacer supurar nuestros oidos con el mejor y menos refinado death metal.

No hay piedad. Otro tema aparece sin preámbulo alguno con un riff machacón e hipnótico, de eso que hicieron grandes a la escena death sueca. Y es que Paul Baayens muestra con ‘Of days when blades Tunerd Blunt’ que el ex-Cremation ha sido una sabia elección. Por sus venas debe de correr sangre ponzoñosa. Con la quinta, ‘Der Landser‘ encontramos un patrón constante en el disco, temas muy cañeros, afilados o bien temas más pausados, muy oscuros. De vez en cuando podemos encontrar alguno que conjugue ambos elementos; sea como sea, no vais a encontrar uno aburrido o de relleno. Todos están no sólo bien escritos, si no que están dispuestos en un orden que hace que la escucha no baje de intensidad en ningún momento, puediendo llegar a sorprender lo bien implementados que están los cambios de ritmo o atmósfera. Escuchar ‘We Doom you to Death‘ es una gozada que te incitará – casi sin darte cuenta – a menear tu cabeza al ritmo de ese bajo pesado y casi martilleante, mientras nos encontramos a un Martin en estado máximo de gracia, y es que su labor, sin menospreciar lo más mínimo a compañeros, es simplemente perfecta.

En el aspecto extramusical, la portada corre a cargo de Axel Haermann, habitual de la banda, y del sello Century Media, que también ha realizado algunas portadas para grupos tales como: Iced Earth, Edguy o Nocturnal Rites entre otros. No es ninguna maravilla, pero sí que casa perfectamente con lo que nos vamos a encontrar dentro. Tal vez como único punto negativo es que pese a su indiscutible calidad, hay momentos en los que quieres más, que le falta algo, una evolución con respecto a su sonido clásico. Pero por otra parte, te das cuenta que es como pedirle un interludio progresivo a los Manowar, una bonita utopía que no llevaría a ningún sitio… Por ello simplemente disfrutad de este gran disco y recordad “This is Death Metal u Bastards”.

[Rating:8/10]


Etiquetas relacionadas